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30 años de Cre-Arte, cultura que derriba prejuicios
Chicho Suero y Marcelo Saccomanno festejan el cumpleaños con recuerdos y reflexiones.
Chicho y Marcelo, guardianes de un tesoro muy especial (fotos: Facundo Pardo).
“Lo nuestro resulta muy patrio”, sonríe el director del centro cultural para personas con discapacidad Cre-Arte, Luis “Chicho” Suero.
Sucede que el 25 de Mayo es el aniversario de la institución, que hoy cumple treinta años.
Tres décadas atrás, los impulsores de la entidad comenzaron a trabajar en este sueño que, en la actualidad, es una realidad consolidada.
Pero, además, curiosamente, las clases se iniciaron el 9 de Julio siguiente. Es decir, de la Revolución de Mayo al Día de la Independencia.
Sueños que vuelan.
En 1995, Chicho, con veinticinco años y un empleo como docente, veía “un Bariloche muy complicado, porque era una etapa dura”.
Fabiola Quiroga y Patricia Capello venían de desempeñarse en un lugar dedicado a personas con discapacidad, donde el sistema que utilizaban no las convencía, por lo que surgió la idea de crear un centro cultural. Al proyecto se sumaron Verónica (hermana de Fabiola) y Chicho.
“Nos juntamos y dijimos: ‘Hagamos algo’. Fue en un café que estaba cerca de acá”, dice Chicho, sentado en una oficina del edificio de Cre-Arte, en Quaglia 540.
Chicho, recordando los inicios de Cre-Arte.
Al evocar aquellos días lejanos, señala que desde el Grupo Encuentro los asesoraron en relación al papeleo necesario para constituirse como asociación civil.
“Nos conectaron también con el cura Juan Ángel Dieuzeide, párroco de la capilla Nuestra Señora del Carmen, en Pasaje Gutiérrez y Brown. Él nos prestó el lugar donde empezamos a trabajar. Fue el primer ‘sí’ que tuvimos durante los tres años iniciales, porque nadie apostaba un mango por nosotros; en cambio, Juan Ángel, sí”, recuerda Chicho.
Cocinando en Cre-Arte. Panza llena, corazón contento.
“En lo climático, 1995 fue complicadísimo. Nevó un montón, y era muy difícil llegar, no sólo porque no pasaban los colectivos, sino que, para ir a la casita que nos prestó el párroco, había que subir una cuesta importante”, describe.
Asimismo, rememora que, al comenzar, sólo cinco personas concurrían a las clases. “A los dos meses, ya eran veinticinco; poco después, más de treinta… Y continuó en aumento”, cuenta.
Labor en conjunto.
Al espacio bautismal, le siguió la sede actual, gracias a una donación.
Una persona de habla inglesa había venido a dar un curso de jardinería para personas con discapacidad. La mujer que hacía la traducción, al ver el trabajo de la entidad, junto a su marido les consultó cómo podían ayudar. Los integrantes de Cre-Arte pensaron en colaboraciones pequeñas, pero la pareja, finalmente, les dio el edificio en el que actualmente se encuentran. Primero, por medio de un comodato de una década. Pero, al llegar al octavo año, observando la labor desarrollada, directamente concretaron la donación.
La felicidad como estandarte.
Chicho especifica que Cre-Arte es una escuela de formación integral para la inclusión socioeducativa, destacando que, desde la firma de un convenio con el gobierno rionegrino en 2020, pasó a ser de gestión social. “El acompañamiento de la provincia, más que importante, ha sido trascendental”, señala, y, en tal sentido, destaca que, a partir de ese respaldo, se transformaron en “la primera institución de educación permanente para adultos con discapacidad que existe en el país”. En ese punto, informa que, para poder asistir a la entidad, hay que tener veinte años o más.
Siguiendo el ritmo…
“Por lo que se genera dentro, y lo que hemos podido construir, quizás se trate del lugar en el que más satisfacciones he podido cosechar, en mi vida laboral y personal (más allá de mi familia, claro). Conseguimos hacer algo de lo cual estamos muy satisfechos”, expresa, aunque aclara: “Estos treinta años fueron completamente vertiginosos, porque todo ha sido una montaña rusa; si bien hubo cosas excelentemente buenas, también estuvieron las malas”.
A modo de ejemplo, apunta a las actividades desarrolladas en el marco de Arte x Igual, festival internacional llevado adelante por la institución. Durante mayo se realizó la primera etapa de la edición de este año, con creaciones de artistas plásticos. Luego, en agosto, será el momento de la literatura, y en octubre llegarán las artes escénicas, con música, teatro y danza. Y, en lo que hace a las actividades iniciales, Chicho revela: “Por un lado, contamos con mucho apoyo por parte de algunos empresarios locales, pero también hubo una absoluta ninguneada de otros”.
Un abrazo… al alma y el arte.
Al respecto, ahonda: “En ciertos hoteles no quisieron exhibir obras. Directamente, dijeron que no, sin siquiera dar algún tipo de excusa. No les costaba nada mostrar los cuadros. Es más, era gratis. Eso, para nosotros, después de treinta años, es bastante frustrante”.
–¿Por qué sucede algo así? ¿Qué razón puede haber para negarse a exponer una muestra artística? –consulta el periodista.
–Realmente, no lo sé –responde Chicho, para luego reflexionar: –Quizá exista una especie de desidia en la ciudad, una falta de compromiso con la cultura. No comprenden que también es un motor económico importante, un polo de atracción turístico… No entiendo por qué los lugares más icónicos de la localidad no se comprometen con lo que pasa en ella. En verdad, sorprende muchísimo… Pero, por otra parte, otros hoteles sí brindaron espacios para exponer, y también hubo un restaurante que nos dio la comida y montó una muestra en el establecimiento.
–En el resto de Argentina, ¿hay algún proyecto similar a Cre-Arte?
–No, y tampoco en otras partes del mundo. En general, lo que existen son proyectos que apuntan a una disciplina, mientras que nuestra lógica es la de ampliar mucho la cantidad. Tenemos más de cuarenta, abarcando desde proyectos artísticos plenos hasta otros de formación cultural, como aprender a cocinar o a hacer plantas –ríe, y corrige: –A trabajar con plantas, no hacerlas. Ellas se hacen solas…
–Por ahora –sonríe el periodista.
–Es que tienen más capacidad de resistir solas que nosotros, y ese es un dato importante, porque el humano es el único ser gregario que existe. Sin otros, es muy difícil sobrevivir. La mayoría de las especies tienen mayor capacidad de subsistir solas que las personas. Como especie, somos interdependientes. Tener en cuenta eso hace pensar que hay muchos horizontes para constituirnos desde lo colectivo, aunque ese término, en los últimos tiempos, está siendo bastante maltratado. Pero lo colectivo es fundamental para que una persona se pueda desarrollar, y mucho más cuando se trata de alguien en situación de discapacidad.
–Fuiste candidato a intendente (con Unidad Popular), ¿por qué decidiste intervenir en la política activa?
–La desazón, quizás. El malestar de sentir que uno va peleando contra molinos de viento y que todo es tan difícil… Creo que la única forma de transformar las cosas es meterse políticamente. Siempre hemos sido convidados de piedra, porque nos piden que digamos, hagamos o acompañemos, pero, a la hora de poner el grano de arena donde deben hacerlo, los políticos de turno nos dicen que tenemos que esperar. Tal vez por eso lo hice. Desconozco sé si voy a continuar por ese camino, ya que no tengo tantas energías como antes, cada vez estoy más grande, pero espero que otros tomen la posta.
–¿Cómo vislumbrás el futuro de Cre-Arte?
–Queremos hacer una red de artistas a nivel latinoamericano, como un lugar de encuentro y de anclaje, con el objetivo de visibilizar las creaciones y poder encontrar recursos para llevar las producciones a otros lugares. En general, el camino de un artista, en relación al desarrollo de sus obras, es bastante complejo, y para una persona en situación de discapacidad, mucho más. Nuestra intención es generar un espacio, a partir del festival Arte x Igual, que abra puertas y permita mostrar las manifestaciones de los artistas con discapacidad que hay a nivel latinoamericano. Por otra parte, nos preocupa la situación habitacional. Es un tema complejo que en algún momento queremos abordar. Hay estudiantes que, al perder a sus familias, no tienen muchas perspectivas. Cuando quedan solos, sus realidades se complejizan. Y, más allá de todo, el desafío es ir armando una institución que trascienda los nombres propios.
La felicidad como estandarte.
BORRAR BARRERAS INEXISTENTES
El edificio de Cre-Arte es laberínticamente colorido, con rincones donde siempre hay una u otra actividad.
Las paredes se encuentran rebosantes de obras.
Multiplicidad de colores.
Una habitación aparece convertida en sala de ensayo; otra se utiliza para un taller de cerámica, y así cada espacio.
Y todo repleto de gente que necesita y brinda amor.
Profesores y alumnos, en una interacción constante.
Al caminar en el interior del “cuerpo” de Cre-Arte, uno puede cruzarse con un joven que cuenta que cantó con Beto Casella, o una mujer que se acerca y regala un abrazo, o un hombre que se muestra intrigado por saber el medio al que pertenece el periodista… El factor común está dado por las sonrisas en un ambiente amable.
A viva voz…
Marcelo Saccomanno, más allá de ser el presidente actual de MUEBA, la asociación de músicos de Bariloche, es “profe” del área musical. En un intermedio entre una y otra clase, explica: “Cre-Arte tiene una mirada particular. Hay discapacidades mentales, motrices, visuales, auditivas… No se hace foco en el diagnóstico, sino en la posibilidad de que las personas que asistan puedan trabajar en grupo, entender y desarrollar una consigna. Cada uno a su forma, claro. Siempre la modalidad es de taller grupal”.
El músico participa en la entidad desde 2011. “Históricamente, el perfil docente del lugar se relaciona más con una mirada de la vida que con una formación técnica. Yo no cuento con un título de profesor. Y tampoco, antes de trabajar aquí, tenía algún contacto especial con la discapacidad; no estoy formado en técnicas didácticas. Cuando me llamaron, justamente, dije que no poseía los conocimientos necesarios para la tarea, pero me retrucaron que ellos consideraban que sí, que sabían quién era y las cosas que me importaban. De esa forma, empecé a venir un día por semana, y desde entonces estoy acá, con proyectos divinos, porque es un lugar muy fértil para desarrollar ideas. Se trabaja con muchísima libertad y hay tiempo para darle vida a lo que queremos”, narra.
Arte, arte y más arte.
Más allá de su sentir actual, reconoce que la noche previa al “debut” en Cre-Arte no podía dormir. “Pensaba: ‘¿Qué carajo voy a hacer?’. Pero llegué y empezamos inmediatamente con la música, que tiene un código distinto, particular, donde muchas veces la palabra no interviene. El sonido hace todo, y se crea una vibración física que te atraviesa”.
“Desde afuera, antes interpretaba la discapacidad como algo que tenía que ver con otro conjunto de personas. Una vez aquí, me di cuenta, y más con una mirada artística, que no existe división, que cuanto más abrimos o borramos esa idea de ‘ellos’ y ‘nosotros’ se generan cosas maravillosas”, destaca.
De tal forma, reflexiona: “Para mí, Cre-Arte fue y sigue siendo una puerta que permite habitar un mundo completamente diferente. Todo es cuestión de eliminar prejuicios que no tengo idea de dónde salen, para, de ese modo, generar nuevas miradas”.
Sonrisas en la puerta de acceso al lugar que cobija un sueño hecho realidad.