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Adam West y la maldición de Batman: el personaje que lo llevó a la fama y lo condenó para siempre

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Adam West llegó al éxito a los 38 años. Batman fue su gran personaje pero también su maldición. Nunca pudo salir de él

Michael Keaton, Val Kilmer, George Clooney, Christian Bale, Ben Affleck. Estrellas, dúctiles, que pueden dotar a cualquiera de sus personajes y a Batman en especial de variados matices. Pero para varias generaciones ninguno de ellos, sin importar sus pergaminos y virtudes, será el primer actor en el que piensen cuando se nombre a Batman. Los que crecimos con la televisión en blanco y negro, con unos pocos canales de aire, los que ya éramos grandes cuando se estrenó la película de Tim Burton en 1989, tenemos un Batman favorito: Adam West.

¿Fue una bendición? ¿O se trató de una maldición, de una condena disfrazada? Fue, sin duda, el papel de su vida. Pero Adam West nunca se pudo sacar el traje de Batman. No importó que la serie haya estado en el aire sólo tres temporadas. Él siempre fue y será Batman.

Todo es una cuestión de perspectiva. Este texto podría versar sobre Ty Hardin, el primer actor en el que los productores pensaron. O sobre Lyle Waggoner, el que luchó con West hasta el final por el papel. Pero, aunque a mediados de la década del sesenta ambos eran más conocidos, requeridos y prestigiosos que West, hoy han sido olvidados.

Batman es una serie anclada en su tiempo, fruto de la efervescencia de los sesenta. Sin embargo, el recuerdo de sus protagonistas perduró. Un híbrido, una rareza que navega entre la parodia, el humorismo involuntario y la ingenuidad. Una pieza pop. Bang! Awkkk. Kapow!. Ouch. Las onomatopeyas cubrían la pantalla, se sobreimprimían encima de las peleas, y los golpes teatrales. Batman bailaba a go-go. Textos infantiles recitados por hombre en trajes imposibles, uno o dos números más chicos que sus talles, que los encaraban con una solemnidad digna de Shakespeare. Esta versión camp del superhéroe, más luminosa que el resto de las reencarnaciones, es la que se grabó a fuego en miles de infancias en base a repeticiones televisivas. Una versión de Batman sin dilemas, sin desbordes ni capacidad de daño.

Y ese Batman es Adam West.

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El Batimóvil y su ladero Robin fueron dos de los rasgos ditintivos de la serie que consagró a Adam West (Photo by Silver Screen Collection/Hulton Archive/Getty Images)

William West Anderson nació el 19 de septiembre de 1928, hace 95 años. Creció en Washington. Estudio letras pero después de hacer el servicio militar quiso dedicarse a la actuación. Ya estaba casado y le hablaron de un papel en un programa infantil en la televisión de Hawái. Hacia allá viajó. Logró asentarse en el ambiente de la isla. Encadenó algunos programas con buena repercusión. En el medio se separó y se volvió a casar con una lugareña. Pero, a los pocos años, se dio cuenta de que allí no había demasiada proyección en la profesión. Se mudó a Los Ángeles. Probaría fortuna en Hollywood.

Su aspecto físico ayudaba a que los productores se fijaran en él. Pero puesto a actuar no era mucho lo que podía aportar. Era rígido, sus parlamentos salían sin demasiada fluidez, pero su estampa viril le proporcionó múltiples papeles menores en westerns televisivos y películas bélicas.

Al principio fue convocado para muchos programas. Sus apariciones eran breves, fugaces. Pero no le importaba: se mantenía en movimiento y expectante. Eso alimentaba sus ilusiones. Pero cuando ese estado se extendió, creyó que su destino estaba fijado. Que sólo sería un actor secundario o a lo sumo protagonista de alguna película de acción de clase B.

Se dio cuenta de que en la publicidad, al menos, pagaban mejor. Así que enfocó su atención hacia ese rubro. A los 38 años, cuando ya casi había postergado sus sueños, cuando anidaba escasas esperanzas de convertirse en una figura, le llegó su gran posibilidad de manera impensada.

Lo llamaron para una pieza para la chocolatada Quick. En la publicidad televisiva era el Capitán Q. Tenía una gorra de marinero y como una especie de James Bond algo chambón se salvaba de caer en una trampa en el piso, de una explosión y se lanzaba (con la caja del producto en la mano) por una ventana, casi en un anticipo de su descenso por el Batitubo. Todo eso lo hacía sin despeinarse casi sin ningún gesto más que una sonrisa entre irónica y divertida.

Algo paradójico: los publicitarios quisieron remedar a James Bond y terminaron creando el nuevo Batman.

En simultáneo a la aparición de la publicidad de la chocolatada, un directivo televisivo fue invitado a la mansión Playboy. Creyó que esa noche sería inolvidable, que sería un hito en su vida. Y no se equivocó. Pero resultó una noche memorable por un motivo inesperado. El hombre soñó con charlar con Hugh Hefner, fumar con el mariscal de campo del momento, participar de una orgía interminable entre decenas de conejitas, pero lo que encontró esa noche fue la idea para una serie de televisión que se convertiría en un boom. Al llegar a la Mansión, descubrió que en uno de los salones, en una gran pantalla, estaban pasando unos seriales cinematográficos de la década del 40. El personaje central era Batman. El auditorio, compuesto por millonarios, deportistas, músicos, celebridades varias y mujeres hermosas, bramaba cada vez que el héroe se imponía a los villanos. Nuestro productor televisivo a la mañana siguiente adquirió los derechos para adaptar Batman.

Apenas empezaron a trabajar sabían que debían encontrar al actor que encajara en el papel. El casting debía ser perfecto. Un error en ese casillero sería fatal.

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El afiche de Batman. La Película. Fue el único programa en varias décadas en tener una película en el cine mientras la serie se emitía por TV (Photo by Movie Poster Image Art/Getty Images)

La primera opción para ponerse en las calzas del Hombre Murciélago resultó Ty Hardin. El actor había sido descubierto por John Wayne y después había protagonizado durante cuatro años, de 1958 a 1962, Bronco, un western televisivo de moderado éxito. Luego siguió su carrera en Europa. Quería dar el salto al estrellato cinematográfico y aceptó varios Spaghetti Westerns. A esta altura sabemos que su suerte no fue la misma que la de Clint Eastwood. Cuando le ofrecieron Batman, no aceptó y prefirió actuar en Pampa Salvaje, remake de Pampa Bárbara, también dirigida por el argentino Hugo Fregonese con guión de Homero Manzi y Ulises Petit de Murat. Con Robert Taylor a la cabeza la película fue rodada en España (¿habrá querido inaugurar el género del Mate Western?). Hardin no demostró un gran ojo para elegir proyectos. El mismo año rechazó la serie de Batman y Por un Puñado de Dólares de Sergio Leone.

Entonces fueron en busca del actor al que vieron en la publicidad de la chocolatada. Los productores llegaron a un rápido acuerdo con West. No lo dudó: ¡Un protagónico en la TV en horario central! Tenía miedo de estar soñando: había participado de 13 pilotos y ninguno había salido al aire (uno de ellos fue finalmente estrenado en 1968, el que era el capítulo inicial de una serie que contaba la vida de Alejandro Magno interpretado por William Shattner: el canal quiso aprovechar que tenía en el mismo capítulo a los dos protagonistas de las series del momento, Batman y Star Trek). Estaba todo cerrado cuando lo llamaron para una prueba de cámara. Al llegar, el ánimo de West se desmoronó. Vestido con otro traje igual de ridículo que el suyo estaba Lyle Waggoner, un actor con más fama y recorrido. Los productores no le habían dicho que todavía debía competir por la capa.

Waggoner (que luego actuaría en The Carl Burnett Show y en La Mujer Maravilla pero cuyo mayor logro profesional terminó siendo el de convertirse en el primer poster central de la revista Playgirl) hizo dupla con Peter Deyell. El compañero que le tocó a Adam West fue un joven de baja estatura y gesto ingenuo llamado Bert Gervis, que luego cambiaría su nombre al de Burt Ward.

La primera misión de West y Ward como el Dúo Dinámico fue esa: derrotar en el casting final a los otros dos. Contra todo pronóstico, ganaron.

Después, un golpe de suerte. El tono de la serie espantó a los directivos. Temían convertirse en el hazmerreír de la industria. No entendían si era algo de segunda categoría, una cumbre kitsch o una genialidad pop. Cuando quisieron cancelar la serie antes de su estreno, los contables les dijeron que era imposible: debían intentar recuperar el dinero que habían invertido en construir, para el piloto, la Baticueva y el Batimóvil.

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La serie se emitió durante tres temporadas. En total fueron 120 capítulos (Photo by Alan Band/Keystone/Getty Images)

La serie desde el momento de su estreno se convirtió en un éxito fabuloso. Arrasaba en el rating en su horario y se metió en la conversación cotidiana. Se emitía en dos días consecutivos (en el segundo finalizaba la historia iniciada que siempre terminaba con Batman atado y amenazado de muerte, en una especie de callejón sin salida).

Adam West se convirtió en uno de los hombres del momento. El New York Times dijo que el actor tenía “la altura, la mandíbula y la severidad exactas para el papel”. El de West fue un Batman estólido pero no oscuro ni trágico. Podía estar a punto de morir y aconsejar a Robin sobre cómo vestirse, o estar a punto de saltar por una ventana y corregirle al Joven Maravilla el mal uso de una palabra. Siempre sin efusiones, gestos, ni subrayados para hacer lucir de más su personaje. “Hay que entender que está un poco loco. Y así hay que interpretarlo. Pero yo traté de ser un Batman adorable”, declaró en una entrevista.

Batman, el superhéroe sin súper poderes, encontró al intérprete perfecto, al que le hacía recordar al público que a veces los superhéroes se podían parecer a ellos.

Entre 1966 y 1968 (120 capítulos en tres temporadas), la serie Batman fue un fenómeno de audiencia y de popularidad. El súper héroe del cómic dominaba la televisión en capítulos de media hora que combinaban aventuras, candidez, referencias pop, villanos tan malvados como inofensivos, humor y luminosidad.

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Se desató la Batimanía. Todos veían Batman, todos querían sus productos. El merchandising se vendía de manera extraordinaria. Los chicos se disfrazaban como el superhéroe, las réplicas del Batimóvil entraron en todas las casas. Adam West y Burt Ward grabaron discos (el de Robin con participación de Frank Zappa). Hacían presentaciones por todo Estados Unidos. Fueron tres años en los que se convirtieron en grandes estrellas y sus ingresos fueron millonarios (más por las actividades extras que por el salario televisivo).

Fue el primer programa en tener al mismo tiempo de estar en el aire una película en los cines. Para que volviera a suceder hubo que esperar más de dos décadas con Los Expedientes Secretos X. El film, en realidad, estaba pensado para ser estrenado antes que el programa televisivo como estrategia de marketing para atraer la atención de los espectadores. Pero se tuvo que postergar y se terminó filmando entre una y otra temporada del programa. No tuvo mayor suceso pero le dejó beneficios al Batman de la pantalla chica que heredó (gracias al mayor presupuesto de la película) la Batilancha y el Baticóptero.

Después hubo una baja de audiencia, costos que se elevaron, cambio en el clima de época y la decisión del canal de dar de baja el programa.

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Durante años creyó que haber interpretado a Batman había sido una maldición. pero después se amigó con su personaje y concurrió a festivales y convenciones en los que se encontraba con los fans (Photo by Mike Coppola/Getty Images)

Adam West no se lamentó demasiado. Creyó que el éxito lo seguiría acompañando. No comprendió en ese momento que lo que no lo abandonaría jamás era su personaje. Cuando estaban por estrenar la serie sus temores eran caer en el ridículo y el fracaso, ya tenía demasiados sobre sus espaldas. Nunca pensó en lo que los norteamericanos llaman el Typecasting, los actores que quedan clavados en un personaje, que no pueden despegarse de él durante el resto de su carrera. No pensó en la leyenda negra de Hollywood sobre los actores que interpretaban a héroes. La locura, la desgracia y el desempleo se ensañaban con ellos. Dos perfectos ejemplos: Johnny Weissmuller y George Reeves.

Pero, se debe reconocer, que en ese momento era difícil verlo. Ganaba uno de los salarios más altos de la televisión, era requerido de todos lados, las empresas se peleaban para que él promocionara sus productos, las mujeres lo perseguían y podía tener sexo varias veces por día con distintas fanáticas que lo acosaban desde que llegaba al estudio. Estaba convencido de que esa situación duraría mucho tiempo más.

Pero no fue así. Los productores y los directores no lo llamaban. El público, cuando él apareciera en pantalla, no veía a los personajes de esa historia nueva, sino a Batman. Además, el aire rígido, desprovisto de emoción con el que había rodeado a su Hombre Murciélago, los hacía creer que West no manejaba más registro que ese.

Sus siguientes películas no fueron memorables (fueron, en realidad, atroces). Después de un tiempo de inactividad comenzó a aceptar lo que le ofrecían, quería volver al ruedo. No le alcanzaba con las repeticiones de los programas de Batman y el cariño de la gente por la calle.

Durante un largo tiempo odió a Batman. Pero luego comprendió que debía convivir con él y que recibir muestras de afecto e ingresos por interpretarlo, no estaba mal. Así se convirtió en la voz de una serie de dibujos animados, participó en todas las convenciones a las que fue invitado, dio conferencias, firmó autógrafos.

West se volvió a amigar con el paladín de Ciudad Gótica. Se dio cuenta que vivía algo que pocos pueden. Recibía afecto a cada lugar al que iba y hasta había logrado convertirlo en un trabajo que estaba bien remunerado. Ya no era un actor. Era Batman. Debió ajustar sus sueños. No ganaría el Oscar, ni protagonizaría películas que harían estallar la taquilla. Pero sería hasta el último de sus días (y después también) un superhéroe.

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Una de sus últimas intervenciones televisivas fue en un capítulo especial de The Big Bang Theory en el que hizo de sí mismo

Cuando Tim Burton anunció que Michael Keaton se pondría las calzas de Batman, se desató una gran polémica. Para muchos era una decisión de casting errónea. Para Adam West, también: “Naturalmente, yo me contrataría a mí mismo: soy el Batman ideal”, dijo.

Durante más de 15 temporadas fue la voz de un personaje llamado Adam West en Family Guy. Para un capítulo aniversario de The Big Bang Theory hizo de él mismo.

Adam West murió el 9 de junio de 2017. Tenía 88 años.

Ya hacía años que no renegaba del personaje que le brindó el afecto del público y la inmortalidad: “¿Cuántos actores tienen la chance de crear un papel tan característico, de apropiarse de un personaje conocido por todos? Muy pocos. Soy alguien a quien varias generaciones aman. Y me lo hacen sentir. Eso, sin dudas, es algo maravilloso”, dijo poco antes de su muerte.

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Es una de las miniseries biográficas más impactantes de Netflix y cuenta la historia de un obrero y su ambición por los negocios

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4 de octubre 2024 – 16:30

Esta producción francesa de apenas 7 episodios muestra las consecuencias de priorizar el dinero por sobre todo lo demás.

En el catálogo de Netflix, existe una miniserie Francesa que en tan sólo 7 episodios cuenta una historia de vida donde se puede ver un ascenso social y económico sin precedentes. Desde los suburbios, un obrero pudo codearse con las personalidades más destacadas no sólo en el ámbito económico sino social.

De todas maneras, en Bernard Tapie no todo es color de rosas en el camino. Muchas decisiones impactan de manera negativa en la vida del protagonista. Los directores y guionistas de la serie son Olivier Demangel y Tristán Séguéla. Está categorizada como un drama biográfico.

Tapie

De qué se trata Bernard Tapie, miniserie en Netflix

Esta serie biográfica cuenta la vida de Bernard Tapie, protagonizado por Laurent Lafitte. Él es un hombre corriente, trabajador, nacido en la clase baja que fue escalando posiciones económicas en su vida y finalmente logró convertirse en una de las figuras públicas más controvertidas de Francia.

El protagonista pasó por todos los rubros. De cantante a empresario, de ministro a presidiario. Entre los éxitos, fracasos, las buenas y malas decisiones se realiza un recorrido por su vida que tiene una duración total de 375 minutos y muestra qué le puede pasar a un hombre ambicioso que deja de lado todo lo demás con tal de llegar a la cima.

Tráiler de Bernard Tapie, miniserie en Netflix

Embed – TAPIE Trailer SUBTITULADO [HD] Netflix

Reparto de Bernard Tapie, miniserie en Netflix

  • Laurent Laffite (Bernard Tapie)
  • Joséphine Japy (Dominique Tapie)
  • Patrick d’Assumçao (Jean-Baptiste Tapie)
  • Ophélia Kolb (Michéle Tapie)
  • Camille Chamoux (Nicole)

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Pidieron la “detención inmediata” de L-Gante

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Los abogados de Darío Gastón Torres, quien había denunciado al cantante de cumbia L-Gante por “privación ilegítima de la libertad”, solicitaron este viernes la “detención inmediata” del músico.

Los asesores del denunciante, Leonardo Sigal y Pablo Becerra, basaron su pedido en el hecho que el artista “detenta multiplicidad de procesos abiertos, en esta y otras jurisdicciones, destacando que la pena en expectativa del presente tiene un mínimo de cinco años y que conforme los ideales del art. 371 in fine del C.P.P.B.A., ahora mismo, su libertad pone en serio riesgo la realización del plenario contradictorio de la semana próxima”.

“A raíz de ello le solicitamos a vuestra señoría (Ignacio Racca) tenga a bien ordenar la inmediata detención de Elián Valenzuela”, nombre real del músico, quien pasó casi cien días en prisión durante el año anterior, debido a la misma denuncia.

Los abogado de Torres consideran que las entrevistas que dio L-Gante durante los últimos días intentaron “lavar la imagen” del músico, antes del comienzo del juicio, previsto para el martes próximo.

El proceso se llevará a cabo en el partido bonaerense de Mercedes, en el marco de la causa en el que está imputado por los delitos de “amenazas, privación ilegal de la libertad, amenazas calificadas, tenencia simple de estupefacientes y encubrimiento calificado”.

Según informaron fuentes judiciales a este medio, los abogados del particular damnificado solicitarán una pena de doce años de prisión efectiva. Las audiencias se realizarán desde las 10 en el Tribunal Oral número 3 de Mercedes, situado en la calle 27 al 600.

Renunció el abogado de L-Gante

El abogado Diego Gustavo Storto renunció luego de la nueva designación de un defensor para el juicio oral. A través de un escrito, al que pudo acceder la agencia Noticias Argentinas, Storto anunció que se aparta de la defensa.

“Atento a la designación de un nuevo letrado defensor por parte de mi asistido a fin de que lleve adelante el juicio oral y público que se llevará a cabo próximamente y en atención a las diferentes estrategias defensitas que puedan ocurrir y con la sola intención de no perjudicar ni obstaculizar la nueva defensa propuesta, vengo por la presente a renunciar al cargo de abogado defensor del Sr. Elián Ángel Valenzuela”, señala el comunicado.

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Netflix: la miniserie británica de cuatro capítulos sobre un caso judicial en cual todas las apariencias engañan

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4 de octubre 2024 – 22:00

Un hombre parece culpable de un crimen que asegura no haber cometido aunque las pruebas lo perjudiquen.

En la plataforma de Netflix, existe una miniserie británica que ha cobrado una enorme relevancia porque presenta un caso de injusticia bastante complejo. En apenas 4 capítulos muestra cómo el sistema judicial es vulnerable ante hechos que aparentan ser otra cosa.

You don’t know me es un thriller ficcional basado en la novela homónima publicada en 2017 por Imran Mahmood, quien a su vez es abogado y se inspiró en casos vivenciados aunque particularmente éste no se trate de uno real. Fue estrenada a finales de 2021 en la plataforma BBC Iplayer, aunque en la actualidad está Reparto de No me conocen, miniserie en Netflix

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BBC

De qué se trata No me conocen, miniserie en Netflix

La serie muestra al protagonista, un joven llamado Hero que está a punto de ser condenado por un crimen que cometió el narcotraficante Jamil. Todas las pruebas lo incriminan. Su ADN se encuentra en el escenario del asesinato, pero el hombre insiste en que no fue él quien cometió ese homicidio.

Avanzado el juicio, decide despedir a su abogado y contarle su propia versión a los jueces, a la fiscalía y al jurado. En los 4 episodios, Hero relatará cómo fueron los hechos para ver si puede probar su inocencia, además, aparecen flashbacks donde recuerda su historia de amor con su enamorada, Kyra, y su relación con el hombre muerto.

Tráiler de No me conocen, miniserie en Netflix

Embed – No me Conocen | Netflix | Tráiler Oficial Subtitulado

Reparto de No me conocen, miniserie en Netflix

  • Samuel Adewunmi (Hero)
  • Bukky Bakray (Bless)
  • Yetunde Oduwole (Abebi)
  • Sophie Wilde (Kyra)
  • Roger Nsengiyumva (Jamil)

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