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Barco hundido en el Nahuel Huapi: el rol del cónsul chileno en el entramado aventurero
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hace 1 mesel
Un reportaje en el que, si bien el punto de partida es un naufragio, las aguas llevan a buen puerto
El diplomático en el consulado, con sombrero de huaso (foto: Matías Garay).
Donde golpea el monito. Así se llama la tienda de Santiago de Chile, con más de cien años de vida, en la que se fabricó el sombrero que el cónsul del país trasandino en Bariloche, Javier Matta Manzano, a pedido del fotógrafo del diario El Cordillerano, se coloca para la foto principal que ilustra esta nota.
Estamos en su oficina del consulado, en la calle España 275.
Pero, en realidad, la entrevista se inició aguas adentro, en el mismo lago que se “comió” al Helvecia II.
Conversación a bordo del Modesta Victoria (foto: Matías Garay).
A bordo del Modesta Victoria, el diplomático adelantó que es un amante de la historia, por lo que haber podido aportar datos en la historia del barco hundido, para él, fue significativo.
Si bien la charla, mientras la embarcación surcaba el lago Nahuel Huapi, resultaba interesante, el sonido de otras conversaciones que llegaban de butacas cercanas, llevaron a optar por profundizar la entrevista en un nuevo encuentro.
Además, por qué negarlo, eso de hablar de un naufragio arriba de un barco es como mencionar la soga en casa del ahorcado… En este caso, no porque se ofendiera a nadie en particular, sino porque parecía de cierto mal gusto e incluso algún supersticioso podía tomarlo a mal… Y ya que estamos en la temática, los navegantes, entre las fechas mufas, incluyen el 31 de diciembre, porque sostienen que no es bueno embarcar en el día en que, según dicen algunos, Judas se ahorcó. Y el Helvecia se hundió… ¡el 31 de diciembre de 1906!
El cónsul en su despacho (foto: Matías Garay).
Dejando atrás las supersticiones, ahora, en su despacho, el cónsul se prueba el sombrero de guaso, tal como lo define.
El huaso, de alguna manera, es representativo del valle central chileno, como la figura del gaucho lo es en la Argentina.
Pero, más allá de sombreros, la intención en esta cita con el cónsul es conversar sobre el rol que tuvo en la investigación alrededor del naufragio del Helvecia II.
Nicolás Mazzola (foto: Eugenia Neme).
Cabe recordar que la búsqueda del barco hundido partió del proyecto de Nicolás Mazzola de realizar la película “La búsqueda del Helvecia”, que emprendió junto a Lucas Bonfanti y Pablo Sigüenza.
Justamente, Sigüenza –quien sacará un libro con el título “Vapor Helvecia. Naufragio, olvido y hallazgo”– se encargó de recopilar datos sobre el naufragio y, al descubrir actas de defunción que hablaban de los orígenes chilenos de tres tripulantes, y teniendo la corazonada de que el resto podía también provenir del país trasandino, acudió a ver a Matta Manzano.
Pablo Sigüenza (foto: Facundo Pardo).
“Pablo se contactó para hacerme saber que estaban desarrollando una investigación sobre un naufragio que había ocurrido en el lago Nahuel Huapi, cuando acá estaba naciendo la Colonia Agrícola, y que querían confirmar el número de tripulantes y tener mayor certeza sobre cuáles podrían haber sido las personas que iban a bordo”, cuenta el cónsul, quien recalca, precisamente, que aquellos que impulsaban el proyecto “tenían la alta presunción de que todos quienes iban a bordo eran chilenos”.
Así, el diplomático explica que es habitual que la documentación del consulado “se envíe al Archivo General Histórico, en Santiago”.
“Todo se concentra ahí”, detalla.
Con el documento que da cuenta del accidente (foto: Matías Garay).
Matta Manzano le solicitó a Sigüenza que realizara la solicitud por escrito y él la transmitió de manera oficial. “Me gusta la historia y supe a quién consultarle”, indica, para luego señalar: “La respuesta llegó dos semanas después, adjuntando la nota que nuestro primer cónsul en la Colonia Agrícola Nahuel Huapi, Leónidas Pérez, había enviado a comienzos de 1907”.
“Ahí, expresaba que habían ocurrido dos naufragios en diciembre de 1906, y los dos involucraban a personas chilenas”, aprecia, y muestra una copia del texto en cuestión.
El documento firmado por Leónidas Pérez (foto: Matías Garay).
Leónidas Pérez dejaba constancia de “dos sucesos lamentables” en los que murieron diez ciudadanos chilenos.
Por un lado, hablaba de cuatro personas que fallecieron el 9 de diciembre de 1906, cuando, en el Nahuel Huapi, “una ola volcó” el bote en el que iban. “Los cadáveres no han sido habidos ni se espera encontrarlos, pues hay precedentes de que todos los ahogados en dicho lago jamás reaparecen”, escribió.
El segundo accidente sobre el que Pérez brindó información era aquel por el que había consultado Sigüenza. Así, definía la embarcación como el “vaporcito Helvecia de la Sociedad Chile-Argentina”.
“El 31 de diciembre a las 8 A.M. zarpó de Bariloche con dirección a Puerto Bueno y como a dos millas de este último lugar se le vio desaparecer del lago Nahuel Huapi, pereciendo toda la tripulación”, relató en su informe.
“De las averiguaciones practicadas no ha podido saberse hasta el presente la causa que originó la catástrofe”, expuso Pérez, para luego ahondar: “El sumario no arroja luz al respecto, y se comprende, pues nadie se salvó”.
De tal manera, detallaba los nombres y profesiones de las víctimas. Debe tenerse en cuenta que una de las motivaciones de quienes emprendieron la búsqueda del Helvecia era darles nombres a los muertos, es decir, hablar de personas, no sólo de un número.
De esa forma, Leónidas Pérez nombraba al maquinista Santiago Pacheco, que en la jornada fatídica había tomado el rol de capitán; el piloto Cornelio Hernández y el fogonero José Avendaño; y los hermanos Amadeo y Emilio Leiva, marineros, al igual que Rafael Almonacid.
Una vida dedicada a la diplomacia (foto: Matías Garay).
El documento está fechado el 22 de enero de 1907.
Matta Manzano relata que, por aquellos tiempos, eran muchos los chilenos que cruzaban hacia esta parte de la Patagonia desde una zona en particular: “Mucha gente venía desde Chiloé y su gran región patrimonial, el hinterland, como lo denominan los alemanes”.
Al respecto, brinda un panorama de aquella parte del país trasandino: “Chiloé en aquellos años, y diría que hasta los setenta u ochenta, era una isla bastante pobre. Fue el último lugar de Chile que dejó de estar en manos españolas –lo estuvo hasta 1826–. Las estructuras sociales y administrativas, los usos y formas de la gente de Chiloé, los chilotes, es distinta del resto de Chile. Por ejemplo, en vez de usar el kilo, usan el almud (medida de capacidad), que es una caja”.
El cónsul señala que las personas arribaban a Bariloche para trabajar y detalla que eran carpinteros, campesinos y marineros, aunque recalca que ninguno, incluidos los marineros, sabían nadar, debido a que en aquella época no era habitual aprender natación.
“Las casas, y no dudo de que también los muelles, se levantaron con mano de obra chilena”, expresa, pero, a la vez, advierte sobre una cuestión negativa que preponderaba en aquellos tiempos: “Por lo que he leído, en aquella época, la gente chilena fue muy maltratada. La mayor parte de las personas detenidas en la zona de la cordillera eran chilenas”.
Así, afirma que se las detenía por cuestiones menores, incluso por algún inconveniente con los hacendados. “La zona era una plutocracia, un gobierno de los ricos, y los chilenos eran despreciados racialmente”, sostiene, y lamenta que, en la actualidad, se utilice –especialmente en las redes sociales– el término chilote de manera despectiva, cuando en realidad se trata del gentilicio para denominar a quienes son oriundos de Chiloé.
Ahora en Bariloche, Matta Manzano cumplió tareas en diversos lugares del mundo (foto: Matías Garay).
Matta Manzano tiene sesenta y un años, es diplomático desde 1991 y ha cumplido funciones en sitios como Singapur, Honduras, Croacia, Australia, Bolivia y Brasil.
“Soy de Santiago, pero me crié en la Región del Maule, que queda a la altura de Malargüe”, apunta a modo biográfico, y describe esa zona como “de mucha altura y nieve, un sitio muy cordillerano, rocoso, donde no hay árboles, porque la cordillera, para el norte, es sin árboles”.
“Ser diplomático es hablar por Chile, representar al país, tender puentes”, asevera, y manifiesta que, más allá de los cambios de gobierno, “la línea de política exterior chilena, como la de algunos otros países, como Brasil, es bastante estable”.
El diplomático pasó a ser parte de la aventura del Helvecia.
En este mismo despacho, donde transcurre la conversación, Matta Manzano, quien afirma que siempre quiso ser diplomático, fue registrado por las cámaras para ser parte del documental sobre el Helvecia.
Así que, en su extenso currículum, deberá sumar ahora su participación en una película acerca de una aventura para la que él también aportó su grano de arena.
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