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Cayó a la Tierra la nave rusa Kosmos 482, tras cinco décadas orbitando sin control
Estuvo atrapada en órbita por 53 años.
Durante más de cinco décadas, la sonda espacial soviética conocida como Kosmos 482 ha servido como un silencioso testigo de la historia espacial, confinado en su órbita alrededor de la Tierra. Sin embargo, este 10 de mayo, la nave concluyó su misión más larga al realizar su reentrada esperada en el océano Índico, lejos de cualquier entorno habitado, específicamente cerca de las costas de Indonesia. Este regreso marcó el fin de un capítulo en la exploración espacial, ofreciendo tanto alivio como reflexión sobre el legado de la carrera espacial soviética y los desafíos actuales que plantea el manejo de desechos espaciales.
Originalmente, Kosmos 482 fue parte del ambicioso programa Venera, lanzado en 1972 con el objetivo de desentrañar los misterios del planeta Venus. Como compañera de la exitosa Venera 8, que sí logró aterrizar en el suelo venusino e informar valiosos datos durante poco tiempo debido a las hostiles condiciones de ese planeta, Kosmos 482 se encontró con un destino diferente pero igualmente remarcable. La nave nunca abandonó la órbita de la Tierra debido a un fallo técnico en la etapa superior del cohete que debía propulsarla, lo que le condenó a una vida entre las estrellas que ha culminado 53 años después de su lanzamiento.
Roscosmos, la agencia espacial rusa sucesora de los programas soviéticos, llevó a cabo el monitoreo de su descenso a través del Sistema Automatizado de Alerta sobre Situaciones Peligrosas, asegurándose de que el módulo de descenso – parte de la nave que fue diseñada para soportar las extremas condiciones de Venus – se reintrodujera en la atmósfera terrestre en condiciones controladas. Aunque se especula que el módulo pudo haber sobrevivido en gran parte debido a su duradera estructura, aún no se confirma si alguna parte de él ha sido recuperada del océano.
Este reingreso de Kosmos 482 centra la atención una vez más en el vital tema de los desechos espaciales. Con las órbitas bajas de la Tierra cada vez más congestionadas por satélites retirados, componentes de cohetes y otros fragmentos, la comunidad internacional tiene ante sí el desafío imperante de crear normativas efectivas para mitigar el riesgo asociado. En los años recientes, han existido incidentes similares con partes de cohetes utilizados en lanzamientos comerciales, lo que genera incertidumbre respecto a la seguridad de las personas y los activos en la Tierra.
Los tratados internacionales ya existentes establecen que cualquier resto de Kosmos 482 que se recupere del mar seguirá siendo propiedad de Rusia.