En su renuncia argumentó que su salida no fue por motivos personales.
Manuel García Solá, renombrado empresario ganadero y figura clave dentro del ámbito científico argentino, sorprendió a todos con la reciente dimisión de su cargo como director dentro del prestigioso Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Esta decisión, aunque impactante, no ha sido tomada por motivos personales, sino bajo la sombra de una acusación seria: la presunta “persecución por ideas científicas”.
En una carta pública, García Solá dirigió sus críticas hacia Nicolás Pino, presidente de la influyente Sociedad Rural Argentina, quien según García Solá, solicitó su renuncia. En dicha misiva, manifestó su inequívoco rechazo a dejar el puesto que desempeñaba de manera honoraria y enfatizó su compromiso con la defensa de la libertad de pensamiento y el combate contra cualquier forma de persecución, ya sea por razones científicas, políticas, religiosas, u otras.
Codirigiéndose al público y en especial a Pino, García Solá declaró: “Nunca podría callar mi voz cuando se intentara cometer algún acto de persecución”. La renuncia fue precedida por una tensa reunión entre ambos, tras la cual el ex director decidió plasmar sus diferencias por escrito.
Durante su etapa en el Conicet, García Solá enfocó sus esfuerzos en estrechar los lazos entre la ciencia y la agroindustria, con el proyecto más significativo siendo la colaboración con la Universidad de La Plata y diversas asociaciones de criadores. Este proyecto, que apuntaba a convertir el Laboratorio de Genética Aplicada en un Centro de Análisis Genómico de renombre en Latinoamérica, quedó en el aire tras el frenazo burocrático que García Solá lamenta.
En sus palabras, “las renuncias siempre tienen un motivo,” aseveró García Solá asegurando que su salida no puede catalogarse simplemente como una elección personal. Y añadió, “en la historia reciente, nunca hemos alcanzado la verdadera libertad económica sin antes asegurar la libertad política y el respeto mutuo,” subrayando la necesidad de justicia y tolerancia como pilares fundamentales para cualquier desarrollo sustancial, tanto en el campo científico como en otros.
