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Política y Economía

El gabinete de Javier Milei: los confirmados, los puestos vacantes y las dudas

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La fórmula presidencial que asumirá el próximo 10 de diciembre: Javier Milei y Victoria Villarruel (Reuters) (AGUSTIN MARCARIAN/)

Apenas aterrizó en suelo argentino tras su viaje oficial a Nueva York y Washington, el propio Javier Milei se encargó de confirmar a Luis Caputo como futuro ministro de Economía. No solo eso. También avanzó en terreno diplomático: ratificó a Daniel Scioli como embajador en Brasil y que Gerardo Werthein reemplazará a Jorge Argüello en la embajada argentina en los Estados Unidos.

Así, el gabinete libertario que comenzará a funcionar a pleno desde el próximo 10 de diciembre comienza a tomar su forma definitiva, aunque todavía quedan áreas vacantes -muchas de ellas importantes- y varias dudas, como el rol de Patricia Bullrich como titular de Seguridad, el mismo cargo que ocupó durante la gestión de Cambiemos, entre 2015 y 2019.

“Eso se tiene que estar terminando de madurar en estos días. A mí me parece que ha tenido una actividad destacable en esa cartera. Si ella decidiera sumarse, sería una gran adquisición, sería un gran fichaje”, indicó Milei, más temprano, consultado en La Red. Aunque la ex candidata presidencial evitó pronunciarse al respecto, en los últimos días hizo correr una foto junto al designado ministro de Seguridad porteño, Waldo Wollf. ¿Habrá sido una señal?

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Dentro del esquema inicial de ocho ministerios que planea instrumentar Milei, la otra duda sería quién encabezará el área de Defensa. En las últimas horas, circuló con fuerza el nombre de Luis Petri, el radical mendocino que acompañó a Bullrich como compañero de fórmula. En ambas áreas, Seguridad y Defensa, tiene injerencia la vicepresidenta electa Victoria Villarruel, quizá eso explique las tensiones solapadas con Milei de los últimos días.

Luego, algunas certezas: Nicolás Posse, que acompañó al presidente electo a Estados Unidos, será jefe de Gabinete; Guillermo Ferraro estará a cargo de Infraestructura y Sandra Pettovello de Capital Humano, dos superministerios que nuclean áreas como Obras Públicas, Transporte, Energía, Minería, Salud, Educación, Trabajo y Desarrollo Social. También está confirmada Diana Mondino como Canciller; a Guillermo Francos, que ya inició la transición con Wado de Pedro, como ministro del Interior; y a Mariano Cúneo Libarona en Justicia.

Hay otras dudas en el esquema libertario: el rol que podría ocupar el expresidente del Banco Nación Federico Sturzenegger. Podría estar a cargo de Modernización, para aplicar el recorte que predica el propio Milei, aunque todavía no se definió si será otro ministerio o una secretaría.

También está el interrogante de quién ocupará la secretaría general de la Presidencia y la Legal y Técnica. Para el primer lugar se mencionó a Karina Milei, la hermana del presidente electo que ocupó un rol clave durante la campaña, pero no tendría un cargo en el gabinete. Para el segundo, se mencionó a Santiago Viola, apoderado del economista libertario en la Justicia.

En ANSES ya quedó confirmado Osvaldo Giordano. Aunque en un principio este lugar iba a estar ocupado por Carolina Píparo, el libertario privilegió el acuerdo político con el gobernador Juan Schiaretti: el futuro funcionario es el actual ministro de Finanzas de Córdoba y fue clave en las negociaciones con el organismo nacional por las deudas con la Caja de Jubilaciones de esa provincia.

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El resto de los puestos

YPF: Horacio Marín. Se trata de un profesional muy respetado en el sector con más de 30 años en Tecpetrol, la empresa de petróleo y gas de Techint.

Banco Central: sigue la incógnita en torno al funcionario que estará dedicado a cerrar la entidad monetaria, según prometió el propio Milei en campaña. Emilio Ocampo y Demian Reidel se bajaron de esta carrera. “Para evitar especulaciones, quiero confirmar que en este momento no voy a ejercer la presidencia del BCRA. El presidente Milei cuenta con mi apoyo absoluto. Será un honor y un placer seguir colaborando con la construcción de la nueva Argentina”, sostuvo Reidel la semana pasada en las redes sociales.

Banco Nación: vacante.

AFI: vacante.

AFIP: vacante.

Secretario de Cultura: Leonardo Cifelli. El productor teatral y ex jefe de gabinete de Ángel Mahler en el Ministerio de Cultura de Buenos Aires, trabaja en la conformación de su equipo. Según pudo confirmar Infobae Cultura, Liliana Barela será la próxima Subsecretaria de Patrimonio; Gonzalo Demaría estará al frente del Teatro Nacional y Valeria Ambrosio, del Centro Cultural Kirchner.

Secretario de Desarrollo Social: Pablo de la Torre. El hermano del exintendente de San Miguel, Joaquín de la Torre, comandará un área clave para el manejo de la conflictividad social porque tendrá a su cargo la coordinación de los planes sociales y la relación con los piqueteros.

Secretario de Trabajo: Omar Yasín. Fue funcionario con Jorge Triaca e integró los equipos técnicos de Patricia Bullrich. Será el encargado de aplicar la reforma laboral desde el futuro Ministerio de Capital Humano.

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Secretario de Educación: vacante.

Secretario de Salud: vacante.

Secretario de Energía: Eduardo Rodríguez Chirillo. Es especialista en privatizaciones y asesoró al líder de La Libertad Avanza durante la campaña.

Secretario de Obras Públicas: vacante.

Secretario de Transporte: todavía vacante, pero suena el nombre de Franco Mogetta, otro dirigente ligado a Schiaretti y actual titular de área en Córdoba.

Secretario de Minería: todavía vacante, pero suena el nombre de Sergio Arbeleche.

Secretario de Comunicaciones: vacante.

Política y Economía

Pronóstico del Dólar Blue según Salvador Di Stefano para 2024: “Va a caer por debajo del MEP y el CCL”

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11 septiembre de 2024

El analista financiero Salvador Di Stefano, titular de la consultora SDS y conocido como “el gurú del dólar blue“, ha compartido sus predicciones sobre la cotización del dólar en el mercado informal para lo que resta del 2024, basándose en la política económica y las tendencias macroeconómicas actuales.

“Yo en diciembre/enero dije que había que vender los dólares. Estaba más cantado que el tango ‘Caminito’ que el dólar bajaba, lo que pasa es que la gente vive con Milei, pero sigue pensando como si estuviera el kirchnerismo”, planteó el Gurú del Blue en una entrevista con Radio Continental. 

Inflación e Inflación: Di Stefano ha subrayado que la inflación es una de las variables principales que afectan el valor del dólar blue. En un contexto donde la inflación ha mostrado un aumento significativo, el dólar blue ha tendido a seguir esta tendencia, aunque no necesariamente a la misma tasa. Si el gobierno logra controlar la inflación, el dólar blue podría estabilizarse o incluso disminuir en relación a la inflación esperada.

Política Económica y el Cepo Cambiario: Con la administración de Javier Milei, Di Stefano ha sugerido un cambio en la mentalidad respecto a la política económica. Si el gobierno mantiene su rumbo de no emitir moneda y busca una restricción presupuestaria, el dólar no debería aumentar tanto como en administraciones anteriores. Sin embargo, si se levanta el cepo cambiario, Di Stefano ha advertido que el dólar podría dispararse hasta $3.000, lo que tendría un impacto significativo en la inflación y el poder adquisitivo de los argentinos.

Blanqueo de Capitales y Mercado Financiero: En el contexto de un blanqueo de capitales, Di Stefano ha observado una tendencia a la baja del dólar blue, ya que muchos venden sus dólares para blanquearlos en pesos. En este escenario, el especialista pronosticó que “el dólar blue va a estar en breve por debajo del dólar MEP y el contado con liquidación”. 

La política de igualar el dólar CCL con el mayorista afecta negativamente a los productores agropecuarios, ya que pierden la oportunidad de vender a un dólar más alto. Esto podría tener implicaciones en la producción y en la economía rural, aunque Di Stefano no ha profundizado en cómo esto podría repercutir en el precio del dólar blue a largo plazo.

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Política y Economía

Problemas para Javier Milei: la inflación volvió a chocar contra la pared del 4%

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El Indec publicó hoy el Indice de Precios al Consumidor (IPC) de agosto, que registró un incremento mensual de 4,2%, en línea con las estimaciones más elevadas de los consultores y analistas del mercado.

Había algunas estimaciones más cercanas a 3,5% y el propio Gobierno esperaba poder, finalmente, perforar la pared del 4%. Pero no se pudo.

La inflación de julio fue 4%. La de junio había sido 4,6%. La de mayo, 4,2%. Por ahora, la línea de 4 es impenetrable para la delantera compuesta por Milei, Luis Caputo y Santiago Bausili.

En agosto, la división de mayor aumento en el mes fue vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (7%) por las subas en alquiler de la vivienda y gastos conexos, suministro de agua y electricidad, gas y otros combustibles. Le siguieron educación (6,6%) por el alza en los distintos niveles y tipos de enseñanza; y transporte (5,1%) por los incrementos en el transporte público.

Problemas para Javier Milei: la inflación volvió a chocar contra la pared del 4%

La división con mayor incidencia en todas las regiones -excepto en la región GBA- fue alimentos y bebidas no alcohólicas (3,6%), donde se destacaron en algunas regiones los aumentos de Carnes y derivados y, en otras, las subas en verduras, tubérculos y legumbres. 

En la región GBA, la mayor incidencia la tuvo transporte (5,1%) por los incrementos en el transporte público. 

Las dos divisiones que registraron las menores variaciones en agosto fueron prendas de vestir y calzado (2,1%) y bienes y servicios varios (2,3%). 

A nivel de las categorías, Regulados (5,9%) lideró el incremento -por las subas en las tarifas de servicios públicos-, seguida el IPC núcleo (4,1%), mientras que los estacionales aumentaron 1,5%.

A nivel interanual, la inflación fue de 236,7% y, en el acumulado anual, los precios ya subieron 94,8%.

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Política y Economía

Es el peso, estúpida

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La semana pasada Cristina Fernández de Kirchner escribió una nueva carta con críticas al programa económico, así como ideas sobre cómo el peronismo “se torció y se desordenó” durante el Gobierno pasado (posiblemente mientras ella estaba ocupada escribiendo otras cartas y dando charlas).

En sus reflexiones sobre la deriva del peronismo, CFK muestra señales de haber obtenido algunas lecciones de estos meses de Gobierno libertario. Entre otras, parece admitir que los intermediarios de planes sociales fueron un error que atenta contra “la universalidad” de las políticas de asistencia social y que el “Estado omnipresente” puede alcanzar dimensiones que lo vuelven “ineficiente e ineficaz”. 

Hay que celebrar el reconocimiento de que pedirle más de 40% del PIB a la población para darle a cambio servicios malos más descalabro macroeconómico podría llegar a ser percibido como una estafa por una mayoría de votantes.

Sin embargo, en la primera parte del documento Cristina insiste en las ideas de política monetaria y cambiaria que generaron el problema del cual estamos tratando de salir hoy: la “restricción externa”, es decir, “la escasez de dólares” como responsables de la inestabilidad macroeconómica. 

Que la economía argentina es bimonetaria lo sabemos todos. Pero esto es el resultado de años de castigar el poder adquisitivo del peso, no su causa. En la formulación kirchnerista, el bimonetarismo aparece como dato exógeno que parecería no tener ninguna relación con la emisión descontrolada de moneda y con su ancestro inmediato, el déficit fiscal. 

Del mismo modo, las “corridas cambiarias” son presentadas como un evento externo, desvinculado de la emisión: la decisión de tener menos pesos en cartera no aparece como una consecuencia del valor esperado del activo “peso” o de que el BCRA provea más de este activo de lo que demanda la gente.

Esto lleva a pensar el problema como algo que ocurre en un mercado específico (el “del dólar”) como si este fuera un mercado de bienes a regularse, en lugar de un problema de la moneda “peso”, que pierde valor frente a todo. Así, el cepo se convierte en un instrumento necesario en lugar de excepcional; e incluso se advierte que entre 2019 y 2023 se fracasó en “administrar divisas”. 

CFK no lo dice en su carta, pero economistas cercanos a ella incluso insisten en que hubiera sido mejor tener más controles aún, con más funcionarios estudiando y decidiendo el uso de dólares. 

Como si la virtual administración del comercio exterior a través de permisos y licencias no automáticas en 2023 no hubiera sido suficiente muestra de la ineficiencia del sector público para este propósito, sin mencionar su enorme potencial para generar corrupción.

En contraste con este marco conceptual, durante los últimos 20 años muchos países de la región dejaron atrás el problema de la inflación y construyeron monedas estables. Lo hicieron sin cepos ni administración cambiaria, mediante el establecimiento de bancos centrales responsables, prudencia macroeconómica y poniendo el foco en el valor de la moneda doméstica. 

En el caso de Perú, a pesar de una enorme inestabilidad política, el Banco Central de Reserva del Perú fue una institución firme que incluso logró revertir en gran medida el uso del dólar como depósito de valor preferido por la población. 

Paradójicamente, el Presidente que prometió dolarizar puso en marcha medidas que realmente contribuyen a recuperar credibilidad para el peso.

En el caso de Chile, gobiernos de centro izquierda y centro derecha se alternaron respetando la independencia del Banco Central de Chile, así como reglas presupuestarias prudentes para moderar la influencia de precios volátiles de los principales productos de exportación.

En el caso de Brasil, Lula no dudó (en su primer mandato) en utilizar altas tasas de interés real ni tampoco en ajustar al sector público más allá de lo pedido por el FMI para anclar expectativas y mostrarse fiscalmente responsable.

¿Por qué es tan difícil en Argentina generar prácticas similares? Porque el objetivo de largo plazo -construir una moneda sólida y confiable- es constantemente subordinado a otros objetivos de política pública, como la actividad, el consumo, el empleo o satisfacer los pedidos de cada grupo de interés que obtiene partidas del presupuesto. 

Las señales del Gobierno (o en su momento, del principal partido de oposición) terminan marcando siempre la misma dirección: si hay que elegir entre objetivos contrapuestos, siempre se va a aceptar más inflación antes que afectar la actividad o poner en riesgo las próximas elecciones. 

La sumatoria de estas decisiones, año tras año, es la destrucción del peso y la creación de “la economía bimonetaria”.  

Durante el Gobierno kirchnerista, no solo se eliminó cualquier independencia del BCRA sino que también literalmente se cambió su misión para que quedara bien claro que lo importante ya no era “preservar el valor de la moneda” (una “máxima neoliberal” comentó Página/12 en 2012) sino un montón de vaguedades impulsadas por el Poder Ejecutivo de turno. 

Y por supuesto no podemos olvidar la intervención del Indec para falsear los datos de inflación así como muchas otras medidas en detrimento del mercado de capitales -estatizaciones, defaults, cepos y arbitrariedad- cercenando la capacidad del sector privado de construir mecanismos para que el sector público pudiera eventualmente obtener financiamiento genuino a largo plazo en moneda doméstica. 

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Lo que aprendimos los argentinos en esas dos décadas es que siempre que las papas quemen, los tenedores de pesos van a ser el pato de la fiesta.

Paradójicamente, el Presidente que ganó las elecciones prometiendo dolarizar es quien ha puesto en marcha medidas que realmente contribuyen a recuperar credibilidad para el peso: reparando la hoja de balance del BCRA, proponiendo prudencia en la emisión monetaria y proporcionando señales de que el sector público puede operar sin requerir financiamiento permanente del Banco Central. 

Son sólo los primeros pasos: falta mucho y construir credibilidad requiere años de esfuerzo sostenido. 

Históricamente fue difícil para gobiernos mirando la próxima elección, pero quizá no lo sea tanto para un Gobierno que arriesga poquísimos escaños en el Congreso en 2025. 

Quienes creen que una moneda nacional es una herramienta fundamental de política pública o un atributo indelegable de soberanía deberían pedir más, no menos, de este esfuerzo.

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