Sociedad
El Mercado Municipal de Bariloche: historia de un lugar que vive en la memoria colectiva
En la tercera entrega del segmento “Descubriendo Bariloche“, dentro del programa Ideas Circulares, Anabella Marrapodi nos invita a recorrer la historia y el legado del Mercado Municipal, un espacio que marcó profundamente la vida cotidiana de generaciones de barilochenses.
“Inaugurado el 12 de septiembre de 1943, el Mercado Municipal contaba con 25 puestos en su apertura. Estaba ubicado en la esquina de Villegas y Moreno, donde hoy se encuentran la feria de artesanos, el SCUM y la Casita de los Emprendedores”, relató.
Con una arquitectura imponente para la época, el edificio destacaba por su techo elevado, múltiples accesos y una galería interior rodeada de locales. En el centro se encontraba una gran isla, destinada exclusivamente a carnicerías.
“Era un lugar de encuentro. Hay una frase que dice que no necesitábamos leer los diarios porque uno entraba al mercado y se enteraba de todo lo que pasaba en la ciudad”, recordó la periodista.
A lo largo de sus 34 años de funcionamiento, el mercado no solo abasteció de productos frescos a la comunidad, sino que también fue un núcleo social y afectivo. Los vecinos recuerdan con cariño a los puesteros de antaño, muchos de ellos figuras emblemáticas de Bariloche.
“El mercado municipal ubicado allí en Moreno y Villegas era fantástico. Tenía la concentración de todos los productos comestibles, tanto en los locales de su interior como en los externos por la calle Villegas”, recordó una vecina. “A mí me mandaban todos los sábados a comprar para toda la semana a determinados puestos y productos. Ya se sabía que había especialidades que las traían unos y otros no”.
Entre los nombres que aún resuenan en la memoria barrial, se destacan la carnicería de Jesús e Isidro Arroyo, la verdulería de la familia Leberle —conocida como “La Colorada”—, la fiambrería Salamida, y la pescadería de Coluccio, que ofrecía pescado traído en hielo desde Bahía Blanca.
El mercado también albergó negocios únicos como el kiosco-bar de la familia Goboni, punto de encuentro en la parada del colectivo; la lechería de la familia Tula; la mercería de la señora Sademo; y la tradicional rotisería Pío Pío, atendida por el señor Quiroga.
“Había una fiambrería en la esquina. Por fuera había también fiambrería, estaba Salamida con sus semillas y después en la esquina estaba Pío Pío”, repasó otra vecina. “El kiosco era un refugio. Se conocía a todos por su nombre. Había mucha confianza y seguridad”.
Sin embargo, a partir de 1973 comenzaron a manifestarse signos de desgaste institucional. Según Marrapodi, durante la gestión del comisionado López Ugarte y su secretario Caspani, se promovió un proceso de desprestigio que puso en duda la higiene y logística del mercado. “Se decía que no quedaba bien que se vieran cómo bajaban los alimentos, la carne, justo en una zona tan transitada por turistas”.
En 1977, en plena dictadura militar, el edificio fue finalmente demolido bajo circunstancias poco claras. “Muchos dicen que fue un capricho de las autoridades de la época”, señaló Marrapodi. “Ese año, Bariloche tuvo tres intendentes. El intendente del periodo, Héctor Barberis, inspeccionó el lugar y, asesorado por alguien con ciertos intereses, se decidió la demolición”.
Una curiosidad que sobrevive es el destino de su techo: “El techo del mercado lo desarmaron de modo tal de volverlo a ensamblar. Y sabés que lo llevaron al matadero municipal. Con el techo del mercado hicieron el del matadero”, relató Marrapodi.
Otro misterio sin resolver es el del reloj que coronaba la entrada principal. “Tenía un reloj en la entrada muy importante, y nunca se supo dónde fue a parar”.
Hoy, la esquina que alguna vez albergó este epicentro de la vida barilochense sigue siendo un punto clave de la ciudad, compartiendo manzana con el actual edificio de Aerolíneas Argentinas, cuyo futuro aún es incierto.
La historia del Mercado Municipal es, sin duda, parte del ADN de Bariloche. Un símbolo de cercanía, identidad y memoria que aún late en el corazón de quienes lo conocieron.
(Bariloche Opina)