“Son imágenes fuertes, pero no se pueden sacar conclusiones, son fotos”. Con este escalofriante comentario sobre las fotos que muestran la masacre de Bucha Celso Amorim, asesor especial de Política Exterior del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se despidió de su visita a esa ciudad situada a 30 km de la capital, Kiev, escenario de una horrenda matanza en marzo del año pasado. Pocas semanas después de la invasión rusa de Ucrania, los paracaidistas del regimiento 234 de Moscú, según el New York Times, intentaron “un plan despiadado”, que luego fracasó, para rodear y conquistar la capital. Los soldados, según el diario estadounidense, “interrogaron y ejecutaron a muchos hombres desarmados y mataron a cualquiera que encontraran en la calle, sin importar si eran niños que huían, locales en busca de comida o personas que regresaban a sus casas”.
En agosto de 2022, las autoridades locales han completado el recuento de las víctimas de Bucha durante la ocupación, informando de que han recuperado los cadáveres de 458 personas, entre ellas nueve menores. De las víctimas, 419 fueron asesinadas con armas de fuego. Las fotos que no convencieron a Amorim mostraban los cuerpos en la calle de las víctimas acribilladas en la nuca, cubiertas con mantas de piedad o en fosas. La exposición se instaló en la iglesia principal de Bucha para mostrar a los visitantes el horror que diezmó el pueblo de la ciudad. En abril del año pasado, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó los hechos de Bucha de “crimen de guerra” y pidió un juicio al estilo de Nuremberg contra su homólogo ruso, Vladimir Putin. En diciembre, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas había confirmado en un informe “las ejecuciones sumarias de civiles” y la posibilidad de que el crimen “se encuadrara como crimen de guerra”.
El frío comentario de Amorim sobre la masacre de Bucha no fue extrapolado de un programa de televisión en off, ni es un rumor divulgado por otros, sino que forma parte de una entrevista que concedió al diario brasileño Folha de São Paulo a su regreso de Ucrania, adonde, tras fuertes presiones internacionales, acudió esta semana para reunirse con el presidente Volodymyr Zelensky. Incluso antes de que Amorim llegara a Kiev, el periodista Jamil Chade, en un artículo para UOL, había publicado lo siguiente. “A pesar del viaje, el gobierno brasileño advirtió a las autoridades de Kiev que Brasilia no apreciaría que el viaje se convirtiera en un sello de la posición ucraniana ni que las imágenes sirvieran como parte de la propaganda de guerra – había escrito Chade – el temor del gobierno brasileño es que eso perjudique los canales abiertos con los rusos, así como su posición en los BRICS (el grupo de países formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y como eventual facilitador de un proceso de paz”.
Y así, a su regreso a Brasilia, mientras que para una parte de la prensa brasileña “Ucrania exalta el papel de Brasil por la visita de Celso Amorim”, en sus entrevistas el asesor de Lula hizo declaraciones que difícilmente podrían haber exaltado los ánimos en Kiev. Al diario O Globo declaró que “Ucrania y Rusia deben ceder para alcanzar la paz. No será fácil llegar a una confluencia”, dijo, “será necesario que las dos partes lleguen a la conclusión de que el coste de la guerra es mayor que el coste de ciertas concesiones”. Hay que recordar, sin embargo, que Moscú invadió Ucrania, violando su soberanía territorial, y que se trata de un precedente peligroso no sólo para Europa, sino para los equilibrios mundiales. Según Amorim, en declaraciones recogidas por O Globo, Zelensky “tomó bien” la idea de que Lula quiere trabajar por la paz junto a otros países.
Sin embargo, a pesar de un tuit del viceministro de Asuntos Exteriores, Andrii Melnyk, inmediatamente después de la reunión, en el que afirmaba que “Brasil puede desempeñar un papel importante para detener la agresión rusa y lograr una paz duradera y justa”, la noticia de las entrevistas de Amorim a los medios brasileños llegó a Kiev. Tanto es así que el propio Zelensky escribió el jueves en un tuit: “Me reuní con el asesor especial de política exterior del presidente de Brasil, Celso Amorim. Subrayé que el único plan capaz de detener la agresión rusa en Ucrania es la Fórmula de Paz Ucraniana. Discutimos la posibilidad de celebrar la cumbre Ucrania-América Latina. Espero continuar el diálogo con el Presidente Lula y darle la bienvenida a Ucrania”.
El enviado especial del presidente Volodymyr Zelensky para América Latina, el embajador Ruslan Spirin, afirmó el miércoles en una entrevista con CNN Brasil que el llamado club de la paz propuesto por Lula puede, sí, funcionar “pero sólo con la retirada total de las tropas rusas de Ucrania”. Y añadió: “Si Brasil fuera invadido por fuerzas extranjeras, ¿cedería parte de la Amazonia para poner fin a un hipotético conflicto?”
El presidente brasileño lleva meses proponiéndose como mediador de un club de la paz, al margen de la OTAN y de las Naciones Unidas, idea que hasta ahora no se ha materializado. Lula pretende hablar de esto en el foro del G7, que reúne a las principales economías del mundo del 19 al 21 de mayo en Hiroshima, Japón, al que Brasil ha sido invitado pese a no ser país miembro. En Pekín, el pasado mes de abril, Lula llevó su proyecto de mediación para la paz, ignorado en realidad por Estados Unidos y Ucrania. Dijo que lo había discutido “largo y tendido” con el Presidente chino Xi Jinping. “Es necesario formar un grupo de países dispuestos a encontrar la manera de hacer la paz. Lo hablé con los europeos, con los estadounidenses y lo hablé aquí en China. Es decir, ¿quién no está en guerra y puede ayudar a acabar con ella? Sólo los que no la defienden pueden crear una comisión de países y discutir el fin de la guerra”, dijo Lula. Pero entrevistado por la televisión estatal china CGTN había admitido no existir ningún plan detrás de estas declaraciones. “No tengo un plan específico, no tengo nada preparado. La propuesta saldrá de muchas conversaciones entre muchas personas”, dijo Lula.
Aunque hubo una reunión por videoconferencia con Zelensky a principios de marzo, el Presidente brasileño nunca fue a Ucrania y actualmente no tiene planes de ir. Por el contrario, en los últimos meses el crescendo de sus declaraciones ha creado polémica. Lula se opuso a las sanciones contra Moscú. Ha dicho que el Presidente de Estados Unidos, y el Presidente ucraniano, son en parte responsables de la invasión de Moscú, y también ha afirmado que Estados Unidos y Europa están prolongando la guerra con el envío de armas a Ucrania. Pero, sobre todo, causó polémica la visita a Brasil del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, el pasado mes de abril. En una reunión con la prensa en la que no se permitieron preguntas de los periodistas Lavrov afirmó que, en relación con el conflicto ucraniano, “Brasil y Rusia tienen una única visión” y que “Moscú quiere poner fin al conflicto lo antes posible. Sin embargo, quiere que sea de forma duradera y no inmediata” pero los países de la “OTAN y Occidente no han cumplido los compromisos que asumieron a inicios de este siglo” dijo en alusión a los acuerdos de Minsk de 2014.
La visita de Lavrov a Brasil fue precedida, a finales de marzo, por una visita secreta de Amorim a Putin revelada por el semanario Valor. El gobierno brasileño, por su parte, reaccionó a las críticas blandiendo su histórica neutralidad en la que, sin embargo, es difícil situar una clase magistral, autorizada por las autoridades brasileñas, que Lavrov impartió en Brasilia a los futuros diplomáticos del país que se forman en el Instituto Rio Branco. Ante los futuros funcionarios de la cancillería brasileña, el Itamaraty, Lavrov comparó las declaraciones de Europa sobre el conflicto en Ucrania con la propaganda nazi de Goebbels.
¿Cuál será ahora el próximo movimiento de Lula? ¿Aceptará la invitación de Zelensky? Sobre todo, sigue siendo un misterio si Brasil acordará vender los 450 vehículos blindados Guarani que Ucrania le ha pedido para emergencias humanitarias. El pasado enero, Lula había dicho no a una petición de Alemania de enviar munición a Ucrania porque, según había explicado, “Brasil es un país de paz”. El mismo Brasil que esta semana comenzó a producir los cazas suecos Gripen F39, cuya línea de producción fue inaugurada por el propio Lula el martes en Gavião Peixoto, en el estado de San Pablo. Brasil, recordamos, es el cuarto país del mundo en ventas de armas y municiones por detrás de Estados Unidos, Italia y Alemania. Las armas brasileñas y las balas de fragmentación han contribuido inmensamente al conflicto de Yemen, según ha denunciado Amnistía Internacional. El uso de estas balas está prohibido por la Convención sobre Municiones de Racimo de 2008 (CCM en inglés), firmada por más de un centenar de países, de la que pero Brasil no forma parte.
En un incidente que ha dejado a la comunidad mexicana conmocionada, Alejandro Arcos, quien había asumido recientemente el cargo de alcalde del poblado de Chilpancingo, Guerrero, fue brutalmente asesinado. Este trágico suceso ha despertado un profundo sentimiento de inseguridad y desesperación en una región ya golpeada por la violencia.
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Los informes oficiales confirman que Arcos fue atacado de una manera espeluznante, dejando su cabeza en el techo del vehículo en el que viajaba. Esta escalofriante escena ha provocado un sentimiento de horror entre los habitantes y funcionarios públicos.
En respuesta al asesinato, la Fiscalía General del Estado de Guerrero ha anunciado la apertura de una investigación bajo la figura de homicidio calificado. Se han movilizado agentes de la Policía Investigadora Ministerial junto con peritos forenses para reunir evidencia que podría ser crucial para resolver este atroz crimen.
Esta tragedia pone de manifiesto la violencia endémica que afecta a Guerrero. Hace tan solo unos días, el secretario del ayuntamiento de Chilpancingo, Francisco Tapia, también perdió la vida en un ataque violento, lo que sugiere una preocupante escalada en los asesinatos políticos en la región. Tal sucesión de eventos ha generado un enorme dolor y preocupación en la comunidad local.
El presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, expresó su profunda tristeza por la pérdida de Arcos a través de las redes sociales y clamó por una justicia pronta. Moreno hizo un llamamiento a la Fiscalía General de la República, una entidad autónoma, para que asuma la investigación de estos actos violentos recientes, con la esperanza de llevar a los responsables ante la justicia y restaurar algo de paz en Chilpancingo.
Hace exactamente un año, el mundo se conmocionó ante el ataque perpetrado por Hamás en Israel, un evento que aún hoy se siente en el ámbito político internacional. En este contexto, el arco político argentino reitera enfáticamente su posición y clama justicia para las víctimas de este suceso cargado de violencia.
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Desde el ataque inicial, se reportaron más de 1,000 personas asesinadas, y según las declaraciones del gobierno israelí, 251 individuos fueron secuestrados durante este acto. Actualmente, a pesar de los esfuerzos internacionales, 97 de ellos aún permanecen cautivos bajo circunstancias inciertas. Estos hechos han generado una ola de solidaridad y llamados a la justicia desde diversos sectores de la política argentina.
El presidente Milei expresó su apoyo con un mensaje en inglés y hebreo instando a la liberación de los secuestrados, bajo la declaración “Tráiganlos a casa ahora”.
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La cartera a cargo de Diana Mondino reafirmó la solidaridad de Argentina con el pueblo de Israel: “El Gobierno argentino expresa su deseo de que pronto se alcance una solución del conflicto que lleve a la paz y reclama una vez más por la inmediata liberación de todos los rehenes que permanecen cautivos de Hamás, incluidos ciudadanos argentinos”.
Comunicado de prensa: Al cumplirse un año del brutal ataque de Hamás a la población civil de Israel
Este 7 de octubre se cumple un año del brutal ataque de Hamás a la población civil de Israel. La Cancillería argentina reitera su más enérgica condena al accionar de esa… pic.twitter.com/V3T0DXCjtI
— Cancillería Argentina ð¦ð· (@Cancilleria_Ar) October 7, 2024
La confrontación entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamás ha llegado a un punto de no retorno, según declaraciones recientes de uno de los líderes del movimiento. El portavoz del brazo armado de Hamás, las Brigadas Ezedin al Qassam, reafirmó su determinación de embarcarse en una “guerra larga, dolorosa y costosa” contra Israel, subrayando que esta decisión no es tomada a la ligera sino como única respuesta viable al conflicto incesante que azota la región.
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En una conferencia virtual transmitida por el canal catarí Al Jazeera, Abu Obeida insistió en que el reciente aniversario de los ataques perpetrados por Hamás fue una oportunidad para recordar al mundo las “atrocidades” cometidas por las fuerzas israelíes. Durante su intervención, no dudó en calificar los hechos del pasado año como una medida “preventiva” que tenía la finalidad de obstaculizar un supuesto ataque masivo por parte de Israel, un ataque que, según él, estaba muy cerca de ejecutarse.
Lejos de retirarse de la contienda, Hamás sostiene que la lucha continua es necesaria para “agotar y debilitar” las capacidades israelíes, tanto en términos de seguridad como de defensa. Este cansancio forzaría al Estado de Israel a replantearse su estrategia en la región; sin embargo, este tipo de declaraciones no son novedad en el prolongado y arduo conflicto que ambos bandos sostienen desde hace ya más de una década.
Los datos oficiales emitidos por el Ministerio de Sanidad del movimiento en la Franja de Gaza son alarmantes. En un año, más de 41.909 miembros del ala militar de Hamás han perdido la vida. Estas cifras, lejos de desincentivar al movimiento, parecen avivarlo aún más a continuar con su ofensiva.
Las consecuencias humanas también son devastadoras en el lado israelí, especialmente considerando el estado de los rehenes capturados durante los ataques. De acuerdo con Obeida, hay todavía cerca de un centenar de individuos en manos de Hamás en Gaza, de las 251 personas ajustadas. Estas vidas humanas se encuentran sometidas a un estado crítico tanto psicológico como físico, dada la dureza de la cautividad y las escasas esperanzas de un rápido rescate.