La confrontación entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamás ha llegado a un punto de no retorno, según declaraciones recientes de uno de los líderes del movimiento. El portavoz del brazo armado de Hamás, las Brigadas Ezedin al Qassam, reafirmó su determinación de embarcarse en una “guerra larga, dolorosa y costosa” contra Israel, subrayando que esta decisión no es tomada a la ligera sino como única respuesta viable al conflicto incesante que azota la región.
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En una conferencia virtual transmitida por el canal catarí Al Jazeera, Abu Obeida insistió en que el reciente aniversario de los ataques perpetrados por Hamás fue una oportunidad para recordar al mundo las “atrocidades” cometidas por las fuerzas israelíes. Durante su intervención, no dudó en calificar los hechos del pasado año como una medida “preventiva” que tenía la finalidad de obstaculizar un supuesto ataque masivo por parte de Israel, un ataque que, según él, estaba muy cerca de ejecutarse.
Lejos de retirarse de la contienda, Hamás sostiene que la lucha continua es necesaria para “agotar y debilitar” las capacidades israelíes, tanto en términos de seguridad como de defensa. Este cansancio forzaría al Estado de Israel a replantearse su estrategia en la región; sin embargo, este tipo de declaraciones no son novedad en el prolongado y arduo conflicto que ambos bandos sostienen desde hace ya más de una década.
Los datos oficiales emitidos por el Ministerio de Sanidad del movimiento en la Franja de Gaza son alarmantes. En un año, más de 41.909 miembros del ala militar de Hamás han perdido la vida. Estas cifras, lejos de desincentivar al movimiento, parecen avivarlo aún más a continuar con su ofensiva.
Las consecuencias humanas también son devastadoras en el lado israelí, especialmente considerando el estado de los rehenes capturados durante los ataques. De acuerdo con Obeida, hay todavía cerca de un centenar de individuos en manos de Hamás en Gaza, de las 251 personas ajustadas. Estas vidas humanas se encuentran sometidas a un estado crítico tanto psicológico como físico, dada la dureza de la cautividad y las escasas esperanzas de un rápido rescate.