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Las clases se interrumpen en Francia durante dos semanas a mediados del otoño por las vacaciones de Todos los Santos. Y hace cuatro años, el viernes 16 de octubre, los alumnos del Collège du Bois-D’Aulne de Conflants-Sainte-Honorine, municipio de 35.000 habitantes al noroeste de París, se despidieron sin imaginar lo que iba a suceder poco después. Un hombre armado con un cuchillo de 32 centímetros apareció a media tarde ante la escuela. Primero, preguntó a los alumnos por el profesor Samuel Paty y después le siguió en dirección a su casa. El hombre, un checheno de 18 años, le atacó con el cuchillo y le decapitó. Luego, fotografió el cadáver y subió la imagen a la red social Twitter con un mensaje “en el nombre de Alá, el todo misericordioso” y dirigido a “Macron, el dirigente de los infieles”. “He ejecutado a uno de tus perros del infierno que han osado rebajar a Mahoma”, decía. La policía le abatió poco después. Días antes del asesinato, el profesor había mostrado en clase unas caricaturas de Mahoma.
La historia de Samuel Paty, el profesor de 47 años decapitado, ha marcado profundamente a la sociedad francesa en los últimos cuatro años. El docente se ha convertido en un símbolo de la ola de intolerancia que recorre el país y de la dificultad de educar en la laicidad, concepto cuestionado hoy por una parte de la izquierda francesa. El principal acusado en el caso, el terrorista checheno Abdulakh Anzorov, murió por los disparos de la policía. De modo que el primer juicio, celebrado el año pasado, se centró en los menores que le facilitaron el acceso y la información para perseguir a Paty y asesinarlo. Seis de ellos fueron condenados a penas de entre seis y 14 meses de prisión por su implicación en el asesinato. Ahora, un tribunal de París juzga al resto de colaboradores, ocho personas —siete hombres y una mujer— entre los que se encuentra el padre de una alumna y un militante islamista radical.
El engranaje terrorista, como lo ha definido la fiscalía, comienza con una adolescente de 13 años. La chica había sido expulsada unos días del centro por mal comportamiento. Ante sus padres, se inventó la excusa de que había sido castigada por encararse con Paty después de que este invitase a los alumnos musulmanes a salir del aula. Era falso. El padre de la alumna, aliado con un imán integrista, hizo circular la mentira por redes sociales y foros islamistas, y puso en marcha una campaña que resultaría letal. Colocaron así una diana en la cabeza del profesor, al que acusaban de islamofobia. Anzorov, un refugiado checheno nacido en Moscú en 2002, que vivía a 60 kilómetros del instituto, supo de la campaña viral contra Paty y quiso tomarse la supuesta justicia por su cuenta. Se plantó en el lugar, pidió información, pagó 300 euros a unos alumnos para que le ayudasen a reconocer a su objetivo y perpetró el salvaje asesinato.
Francia seguía conmocionada aquellos días por un suceso parecido, o premonitorio en este caso, como fue el ataque terrorista a la revista satírica Charlie Hebdo en enero de 2015. Y lo que sí sucedió es que Paty, profesor de historia y geografía, inclinado a la difícil labor de relacionar los temas de la actualidad con el pasado, intentó explicar a su clase de niños de 13 años lo que había sucedido. Eso y que en Francia, en pleno siglo XXI, se podía morir por unas viñetas. El rumor falso que circuló fue que había pedido a los alumnos musulmanes que levantasen la mano, y entonces los habría invitado a marcharse. Pero, en realidad, les sugirió que quien no quisiera mirar las caricaturas del profeta podía cerrar los ojos, desviar la vista o ausentarse brevemente del aula. Y ahí fue cuando un padre, uno de los ocho acusados ahora, montó una campaña en las redes contra él, pidió su expulsión del centro y le denunció en comisaría.
Este lunes, en la apertura del juicio contra ocho acusados de complicidad en el asesinato yihadista que se prolongará hasta el 20 de diciembre, los abogados de la familia del docente aseguraron que esperan que este proceso sirva para demostrar “el daño” que está haciendo el islamismo en Francia. “Francia padece una real infiltración islamista en su sociedad por parte de personas que no son terroristas, pero que terminan señalando y aplicando la ley de la sharia en menos de 15 días”, denunció al canal BFMTV el letrado Thibault de Montbrial, que representa a la hermana de Samuel Paty, Mickaelle. “Lo que le pasó a su hermano (Samuel) no fue una fatalidad, un accidente obra de un loco. Es el resultado de un mecanismo puesto en marcha por personas que han alimentado con mentiras, algo que no sucedió en la clase”, agregó el abogado, poco antes del inicio del juicio, que se extenderá durante dos meses.
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