En diálogo con Radio Seis contó que el domingo tuvo que sobrellevar una pésima y riesgosa experiencia en el nuevo paseo costanero de Playa Bonita. “Cuando estaba disfrutando del lugar me pasaron a escasa distancia dos perros enormes (estilo San Bernardo) que estaban sueltos y sin correa alguna provocándome miedo y un gran susto. Inmediatamente traté de explicarle a la dueña, que venía pasos atrás de los canes, que el sendero no estaba habilitado para perros, menos sin correa y bozal”, expresó.
Aclaró que un cartel aclara en el ingreso al sendero que advierte: no entrar con vehículos, no hacer fuego, no acampar en el lugar y no ingresar con perros. “Pero lejos de encontrar una respuesta comprensiva de la mujer y su compañera (una joven) comenzaron a justificarse y hablar sobre las bondades de sus perros. De repente -y sin mediar un gruñido o ladrido que me pusiera en alerta- los dos perros se me abalanzaron y me atacaron en simultáneo”.
La hirieron en un brazo y una pierna y “no paraban de morder pese a las órdenes de las mujeres”. Lamentó que no los podían tironear porque ninguno tenía correa.
Narváez recordó la existencia de la Ordenanza 1931-CM09, Art.°25 (Texto ordenado por Ordenanza 2501-CM-14 Anexo XVIII-) de canes en espacio público.
Lamentó que la dueña nunca le preguntó cómo estaba ni se ofreció a acompañarla a una guardia, sino su único “argumento de despedida me dijo no se preocupe que son perros vacunados, no pasa nada”.
Narváez resaltó que les pidió los datos y luego siguieron su paseo. Pidió a las autoridades municipales que actúen para evitar el ataque de perros a peatones y ciclistas en el paseo de Playa Bonita. “Sin duda pudo ser peor la consecuencia en mi cuerpo, pero imaginemos si esto le ocurre a un niño o una persona más frágil. Pido también a los dueños de los perros que no se abusen de ellos, no los expongan, su animal actúa como tal y no les cabe la opción ética de adecuarse a normativas, eso es responsabilidad indiscutible de sus dueños”, expresó.
Agradeció a la guardia del Hospital Ramón Carrillo, al médico y la enfermera que la asistieron, a los policías de la Comisaría del km 5 por la atención recibida, “cada uno en lo suyo hizo que mi estado de terror, angustia y estrés fueran
disminuyendo. Actualmente, y como consecuencia del ataque recibido, tomo antibióticos por las heridas, me vacunaron y me dieron calmante para el dolor”.