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hace 4 semanasel
Si por el motivo que sea las acelgas no son de tu devoción, tengo dos cosas para decirte: la primera es que te estás perdiendo una verdura de hoja sabrosa, con un ligero punto amargo, económica y mucho menos delicada que su prima la espinaca, y eso es una pena; y la segunda es que esta es la receta perfecta para que te animes a cocinarlas y comerlas o a reconciliarte con ellas. La bechamel y el gratinado con queso y pan rallado convierten cualquier cosa en plato de buen gusto.
Para preparar este gratín separamos las hojas de las pencas, las primeras las blanquearemos rápidamente para ablandarlas un poco –en el horno se terminan de cocinar por completo– y las segundas las picaremos y las saltearemos junto con la cebolla. Hay quienes recurren al blanqueado con las dos partes, pero a mi parecer es difícil retirar por completo el agua de las pencas y hace que el gratín no quede tan cremoso.
Ahora pasamos a las preguntas: ¿puedo hacer este plato con las acelgas que vienen en bolsa y que por lo general no tienen incluidas las pencas? Sí, tu gratín tendrá otra textura y tendrás que saltarte el paso de rehogar las pencas pero no supone un problema. ¿Puedo hacerlo con acelgas congeladas? La textura no es la misma que la de las acelgas frescas, pero si no tienes otra opción, puedes recurrir a ellas. Tendrás que hacer la bechamel con cebolla y añadir ahí las acelgas descongeladas (muy bien escurridas).
Lavar bien las acelgas y separar las hojas de las pencas.
Llevar agua con sal a ebullición en una cazuela. Sumergir las hojas durante un minuto, retirarlas con unas pinzas y ponerlas en un bol de agua con hielo para cortar la cocción. Hacerlo en tandas si fuera necesario.
Escurrir muy bien las hojas con las manos y picarlas. Reservar.
Picar la cebolla y cortar las pencas en trozos de un centímetro de ancho
Rehogar la cebolla en una cazuela con aceite de oliva a fuego medio.
Pasados dos o tres minutos, añadir las pencas y salpimentar. Cocinar durante cinco minutos, removiendo de vez en cuando.
Mover las pencas hacia un lado para dejar un espacio del fondo de la cazuela al descubierto. Añadir ahí la mantequilla y la harina y hacer el roux de la bechamel: cocinar removiendo hasta que luzca como una pasta amarilla.
Agregar las hojas picadas. Corregir el punto de sal y pimienta si fuera necesario.
Verter la mezcla en una bandeja para horno de bordes altos. Espolvorear con pan y queso rallado por encima. Añadir unos trocitos de mantequilla para que se gratine mejor.
Hornear a 200 ºC hasta que esté bien dorado por encima.
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