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Policiales y Judiciales

Iban a la visita de la cárcel y llevaban droga escondida en las zapatillas

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Cinco mujeres que fueron a ver presos a una unidad penal quedaron demoradas tras hallarse cocaína y marihuana oculta en su calzado, con un ingenioso método.

En una operación reciente llevada a cabo en la Unidad Penal Nº 11 de Piñero, Santa Fe, las autoridades realizaron un descubrimiento alarmante que ha revelado un sofisticado método de contrabando de drogas dentro de las prisiones. Cinco mujeres fueron detenidas después de que el personal penitenciario detectara drogas ilícitas escondidas en las suelas de sus zapatillas, lo que sugiere un nuevo nivel de creatividad en la introducción de sustancias prohibidas en las cárceles del país.

El incidente ocurrió a principios de esta semana cuando las mujeres fueron sometidas a una requisa de rutina mientras intentaban ingresar a la prisión para visitar a los reclusos. Según informes confidenciales, varias de las visitantes mantenían relaciones sentimentales con internos asociados a redes de narcotráfico. Esta conexión no sólo arroja sospechas sobre el tráfico de drogas, sino que también habla del nivel de organización de los grupos delictivos dentro y fuera de los muros de la prisión.

El procedimiento dio un giro inesperado cuando los uniformados notaron irregularidades en las zapatillas de algunas visitantes, observando un extraño uso de pegamento en los calzados. Esta observación perspicaz llevó a las autoridades a descubrir compartimentos ocultos llenos de marihuana y cocaína, procedimientos que hasta ahora parecían eludir los métodos tradicionales de vigilancia. A medida que profundizaron en las investigaciones, se hizo evidente que las cantidades de droga eran demasiado grandes para ser sólo para consumo personal, sugiriendo que el objetivo era abastecer una red de venta de drogas conocida como “búnkeres tumberos” dentro de la prisión.

 

Las investigaciones han revelado sorprendentes vínculos de algunas de las mujeres detenidas con figuras notorias del crimen organizado. Uno de los casos más llamativos es el de una visitante relacionada con un temido pandillero conocido como Paisa, quien intentó ingresar 50 gramos de marihuana y 10 gramos de cocaína al penal. En otro caso, una mujer que afirmó ser la pareja de un imputado por un sonado doble homicidio llevaba ocultos 80 gramos de cocaína en su calzado. Asimismo, una tercera mujer con conexiones sentimentales con un convicto por homicidio, apodado Sapito, fue descubierta con una cantidad considerable de marihuana empaquetada.

La situación ha encendido alarmas sobre el nivel de sofisticación que los criminales están aplicando para introducir drogas en las instalaciones penitenciarias. Las autoridades están trabajando contra reloj para desmantelar estas redes de distribución y reforzar sus procedimientos de llevar a cabo revisiones más rigurosas. El caso ya está en manos del fiscal César Cabrera, quien esta semana ya ha procedido a formular cargos contra dos de las visitantes por la posesión de estos estupefacientes y explorar el alcance total del tráfico ilícito impulsado desde el interior de las rejas policiales.