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Cultura y Educación

Javier Casalla vuelve a Bariloche para presentar álbum de su hijo Joaquín

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Se titula “Isla” y se dará a conocer el viernes en la Biblioteca Sarmiento. También serán de la partida Mariano “Cuchi” Barrientos, Carlitos Casalla y Pedro Zanca. Noche relevante.

Javier, de Bajofondo a la Biblio Sarmiento. Foto: Rodrigo Mendoza.

Es una historia que ya conocemos: mientras apura el próximo lanzamiento de Barbarita Palacios, culmina su faena en la inminente obra de Bajofondo o aporta su violín endiablado al registro de Lali Espósito, Javier Casalla se hace un espacio en agenda tan intensa para retornar fugazmente a Bariloche. Será para participar de la presentación de “Isla”, el álbum de su hijo Joaquín, que tendrá lugar el próximo viernes (16 de mayo) desde las 21:30 en la Usina Cultural del Cívico (Biblioteca Sarmiento). Para alquilar balcones.

También serán de la partida Carlos Casalla (percusión), Pedro Zanca (violín eléctrico) y Mariano “Cuchi” Barrientos (guitarra). “Isla es un poco el resumen de la visión musical de mi hijo Joaquín. Es como una película que documenta la evolución que tuvo como músico desde sus comienzos de muy chico, haciendo música electrónica y dance, hasta un presente con mucho protagonismo del jazz y de la música clásica, sinfónica e impresionista”, introdujo Javier.

El registro “es un material que hizo, rehízo y fue puliendo hasta llegar al estado actual de las cosas”, describió el gran músico. “Yo vengo a cumplir un rol casi de invitado, aportando mis colores violinísticos y de improvisación sobre una música verdaderamente diseñada al detalle por Joaquín y sus socios creativos: Cuchy Barrientos, gran violero, y Pedro Zanca, un colega mío violinista muy valioso de allá (por Bariloche) que aportará una sonoridad más eléctrica y sónica a través de pedales. Carlos Casalla, mi gran primo, hará de las suyas con la percusión”, completó Javier.

Como podía adivinarse, desde la perspectiva paterna tiene ingredientes particulares la experiencia de “Isla”. En efecto, “es hermoso compartir la música con él y con la familia en general. Siento que es un poco el legado espiritual que nos dejó Chingolo (Carlos Casalla), mi tío y papá de Carlitos: utilizar la música como punto de encuentro de las almas, celebrando esa capacidad de conversación que nos da el dominio de nuestros instrumentos”, señaló el Bajofondo.

Joaquín en plena faena.

“Un poco ese espíritu que intentamos homenajear con La Chingolera, cuando él estaba todavía entre nosotros oficiando de motor de esa gran juntada y fiesta familiar”, recordó Javier. Quedó un disco compacto de aquella conjunción. En la etapa actual de esa costumbre, “con Joaco tocamos juntos desde que tenía dos o tres años y empezó a agarrar los palos. Siempre es un placer inexplicable con palabras acompañarlo en su camino artístico”.

Búsqueda especial

En la noche del viernes, “la gente que se arrime a la Biblioteca va a ser testigo de una búsqueda artística muy especial, que es la de Joaquín, llena de colores y matices bastante particulares, una música sorprendente diría yo, sostenida básicamente por él y su virtuoso estilo en la batería y por una serie de músicos al servicio de esa sonoridad, entre los que tengo el honor de formar parte. No tengo dudas de que va a ser una noche muy especial y única”, prometió el violinista.

Felizmente para las/los amantes de la música, hubo precisamente un resquicio en la agenda. “Últimamente vengo muy abocado más que nada a lo discográfico, terminando el disco nuevo de Barbarita Palacios, que produje junto a ella y sus músicos, Nicolas Rainone y Lucero Carabajal, y del que estamos muy contentos y orgullosos. Ya está en proceso de mezcla y pronto empezarán a salir los primeros simples”, avisó Javier. “Por otro lado, finalizando un largo proceso con el disco nuevo de Bajofondo, una bomba electrónica que también empezará a ver la luz en breve”. En la vida de artística de Javier el estudio se complementa con “mi trabajo de siempre como arreglador y sesionista de múltiples proyectos. El tocate una que sepan todos del último tiempo fue la participación con mi cuarteto Divergente, del último lanzamiento de Lali” (No vayas a atender cuando el demonio llama).

Aunque juegue en las ligas mayores de la música y se codee con el mainstream, Javier Casalla no se pierde y siempre vuelve para refrescar su mirada con el oleaje del Nahuel Huapi. “Bariloche es sin dudas uno de mis lugares en el mundo, mi casa, y no como frase hecha, sino real, aunque ya no viva ahí”, remarcó. “Creo que hay algo del espíritu de Chingolo que desde muy chico me llamó hacia esos paisajes y que me hizo estar siempre en contacto con el lugar”, apuntó.

“Siento una conexión con sus montañas, con el bosque y los lagos, con ese aire tan particular”, destacó el músico. “Amo a mi familia barilochense, empezando por mi hijo, que es un fanático de Bariloche, que no lo cambia por nada del mundo, y también por mi primo Carlos, que es un verdadero maestro en mi camino de la vida y la música desde que tengo memoria de las cosas”, agradeció. Afortunadamente, la historia se repite: Javier Casalla siempre vuelve.