El septiembre del año pasado un grupo de músicos en San Telmo, al advertir que un niño estaba perdido y lloraba con desesperación buscando a su padre, cantaron la pegadiza y viral estrofa “Eduardo venía a buscar a Juan Cruz”. En ese mismo momento, familias y amigos que disfrutaban de su espectáculo musical ayudaban cantando y aplaudiendo. Afortunadamente, a los pocos minutos, apareció el padre y se reencontraron. Pero no siempre es así.
Missing Children Argentina, una Asociación Civil sin fines de lucro, recibe un promedio de cuatro denuncias diarias, teniendo casi 800 denuncias por año de niños y niñas que son buscados. Según esta asociación, hay alrededor de 50 niños desaparecidos en Argentina.
A nivel gubernamental en Argentina existe el Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas. Allí se centraliza la información en una base de datos de todo el país sobre niños, niñas y adolescentes de quienes se desconoce el paradero. Tiene como medio de comunicación la línea gratuita 142.
Algunas de las historias que todos recordamos de los niños y niñas que desaparecieron y nunca más fueron encontrados son:
A los niños y niñas desaparecidos se les arrebata esa filiación y se le otorga otra a la fuerza”, afirmó Almada
Este sufrimiento evidencia no solo la vulnerabilidad a la infancia, sino las fallas sistémicas en lograr la seguridad y bienestar.
Convoqué a Marisa Olguín, mamá de Bruno Gentiletti desaparecido en 1997, para cerrar esta nota con una reflexión de sus protagonistas:
“Son 25 años de búsqueda, de muchas veces ya no saber qué hacer, de todos los días pensar qué más hacer para buscarlo. Nunca va a claudicar su búsqueda porque nunca nos vamos a resignar hasta hallar la verdad, hasta que lo encontremos, hasta saber qué pasó con él, qué fue de su vida. Se sobrevive todos los días con eso. Yo siempre digo que tengo cuatro hijos más, que hoy son maravillosos hombres y mujeres, que han tratado de seguir su vida como mejor se podía, pero que Bruno es el que más sufrió porque nosotros estamos juntos y él no. Entonces, más allá del dolor nuestro, siempre priorizamos y pensamos en él, porque así como a nosotros nos fue muy difícil y nos sigue siendo muy difícil, la peor parte la ha llevado él. Porque nosotros, dentro de todo, estamos juntos, como podemos, pero juntos. Cada vez que alguien aparece es gracias a la participación y el compromiso de la gente que contribuyen a la difusión. Así que nosotros dependemos de todos los que siempre nos ayudan a compartir esas fotos que uno sube, esas búsquedas, porque los datos siempre llegan a partir de la gente, siempre”, concluyó la mamá de Bruno.
*Sonia Almada: es Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Participa como divulgadora de temáticas de infancias y juventudes en diferentes medios de comunicación. Fundó en 2003 la asociación civil Aralma desde donde impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de La niña deshilachada, sobre prevención de las violencia sexual en la infancia; Me gusta como soy, sobre prevención del acoso escolar de literatura LIJ y ” La niña del campanario ” una obra de no-ficción.
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