Las operaciones militares que esperaban activarse con la llegada de la primavera parecen haber comenzado en Ucrania. No hay duda que es mucho lo que se juega en el actual escenario bélico. Los acciones que confrontan Moscú y Kiev son objetivos absolutamente diferentes e incompatibles y los movimientos recientes muestran que la guerra está lejos de terminar, por lo menos en el corto plazo.
El líder ruso, Vladimir Putin, mantiene su plan original desde que ordenó la invasión militar para someter a los ucranianos a las políticas del Kremlin. Sin embargo, transcurridos casi quince meses de la invasión es claro que la estrategia rusa sufrió complicaciones. No obstante, si Putin no pudiera doblegar a Ucrania militarmente, tratará de estrangularla en lo político, económico y militar a pesar de los reveses y las pérdidas de sus fuerzas militares en el campo de batalla.
Sin embargo, a pesar de la información en contrario que circula en varios medios internacionales la posición de Moscú es relativamente buena, al menos para continuar con las presiones de sus objetivos básicos. Por el lado de Ucrania, el gobierno de Zelensky y sus fuerzas militares se han focalizado en preservar la integridad de su territorio y su soberanía política como objetivo central de sus operaciones.
Mientras la guerra continúa, Europa y Estados Unidos han estado enfocados desde varias semanas en los combates por Bakhmut y en la planificación de la próxima contraofensiva ucraniana. Por supuesto que esa batalla es clave, pero los combates y las campañas militares tienen verdadero sentido si contribuyen al éxito de una estrategia extendida a todo el escenario bélico. En toda guerra la victoria es del bando que logra alcanzar sus objetivos estratégicos, no necesariamente de aquel que gana más batallas. Ese punto aún no está claro en cuanto a que bando se inclinaría la balanza en la guerra actual de Rusia en Ucrania.
En ese contexto, informes recientes de la Unión Europea (UE) indican que el tiempo de duración de la guerra depende de los objetivos estratégicos de las partes, pero también de la capacidad de ambos bandos para sostener su capacidad en la continuidad de los combates, aunque también en la logística, su financiación y la voluntad política de ambos gobiernos y sus pueblos para extender la guerra por más tiempo.
En esa dirección, la UE y la OTAN creen que Putin aún dispone de capacidades militares para continuar en combate por algún tiempo más. Aunque para la OTAN no está claro hasta que momento Putin podrá sostener el frente militar ucraniano, el político dentro del Kremlin y el frente económico interno con el pueblo ruso que está sintiendo el impacto de la guerra en su economía diaria.
Los europeos perciben que Putin está comprometido de forma absoluta con la campaña militar en Ucrania. No obstante, el interrogante abierto de los analistas militares de la OTAN es hasta cuando las fuerzas rusas resistirán con su deficiente logística y si el pueblo ruso continuará unido apoyando la guerra de Putin.
Por el lado de Ucrania, no hay ninguna duda sobre su voluntad militar, política y social. La comunión existente entre el pueblo ucraniano con sus fuerzas armadas y gobierno está fuera de cualquier discusión, sin embargo, la logística y la financiación que recibe depende de forma directa de Washington y la OTAN, por tanto, cualquier alteración o cambio en ese aspecto, por mínimo que fuera impactaría de manera favorable para Vladimir Putin, aunque hasta el momento la administración del presidente Joe Biden ha mostrado estar plenamente comprometida con el apoyo a Kiev. No obstante, cada día que transcurre y según se acerca la campaña para las presidenciales estadounidenses del año que viene, el apoyo del Congreso plantea más dudas que certezas.
Washington ha mostrado sus objetivos sin ambages y fortaleció a la OTAN en apoyo al éxito militar ucraniano, pero ha sido cauteloso en su estrategia de no ampliar ni escalar la guerra. La OTAN muestra estar alineada con los objetivos de estadounidenses pero tambien manifestó su cautela. Por ello, el éxito en la inminente contra-ofensiva ucraniana de primavera-verano es de alta importancia en términos estratégicos y militares. El éxito en el campo de batalla aumentará el apoyo político y popular para Volodimir Zelensky, al tiempo que puede acercar al fracaso de Putin y Rusia. De allí que los preparativos de Ucrania para su contra-ofensiva final son amplios, los ucranianos saben que para ganar deberán alcanzar el éxito antes del final del verano para evitar que la campaña presidencial 2024 en los Estados Unidos se inmiscuya en los tiempos de la guerra.
Sin embargo, las fuerzas de Putin no serán tomadas por sorpresa, los rusos han tenido demasiado tiempo para consolidar su posiciones defensivas y su inteligencia cibernética ha sido lo suficientemente activa como para estar en conocimiento de los movimientos ucranianos. No obstante, Kiev planifica y espera lanzar un ataque amplio y fuerte (como nunca antes) con armas combinadas y en los sectores supuestamente mejor defendidos por los rusos. Pero lo que no está claro es si los aliados de Ucrania han abastecido a sus fuerzas armadas de manera suficiente para obtener una ventaja significativa sobre sus enemigos, especialmente si van a proporcionar a Ucrania la necesaria cobertura aérea para obtener el éxito de forma total en su contra-ofensiva sobre las fuerzas rusas en todas las zonas del país.
Algunos analistas militares en Washington han señalado que, incluso si la contraofensiva no es decisiva desde lo militar, puede permitir recuperar exitosamente el suficiente territorio ucraniano que hoy está en manos rusas para facilitar y garantizar la auto-determinación politica y económica de Ucrania, incluso amenazando el control actual de Rusia de los territorios que se apoderó en 2014. Según dirigentes europeos, la posibilidad de éste escenario ante la contra-ofensiva que se espera podría ser suficiente razón para llevar a Putin a una mesa de negociaciones. No obstante, si eso ocurriera, Putin no será un negociador fácil por lo que Ucrania y sus aliados no deberían esperar conversaciones formales tendientes al final del conflicto.
Vladimir Putin es un buen manipulador que colocará la mayor cantidad posible de palos en la rueda ante cualquier dialogo u opción diplomática, y muy posiblemente continúe con acciones militares mientras se lleve adelante cualquier negociación, Putin amenazará con profundizar los combates, utilizará los estadounidenses que tiene como rehenes y hará uso de todas las acciones posibles para neutralizar cualquier situación que no lo fortalezca al interior de la política del Kremlin ya que sabe que en ello va su propia supervivencia politica.
La tan comentada contraofensiva ucraniana que se espera para las próximas semanas puede tener éxito si la OTAN, Washington y los aliados de Ucrania se mantienen unidos en un proyecto común, si todos ellos cumplen sus compromisos para enfrentar la segura reacción de Putin para profundizar la guerra incluso sobre la población civil ucraniana, algo que ya ha sucedido en el pasado y está ocurriendo actualmente en Bakhmut. Los aliados también deben instrumentar mayores medidas de presión a Putin, especialmente sobre su economía, eso aislaría aún más a Rusia diplomáticamente y reduciría los aliados de Putin. También el aumento de la presión jurídica sobre los altos mandos militares rusos -identificados como responsables de crímenes de guerra- será relevante para llevar a Rusia a negociaciones más allá del éxito completo o parcial de la futura contra-ofensiva ucraniana.
En consecuencia, es claro que el resultado de la guerra de Ucrania no es predecible ni estará supeditado al plano de una o varias contra-ofensivas en el campo de batalla. Todas las guerras se definen en función de la firmeza en la voluntad de una de las partes. Lo que suceda militarmente en las semanas venideras va a expresar la fortaleza en la voluntad de cada bando y cada pueblo involucrado. Ello será el indicador de la dirección hacia donde irá la guerra y que tan lejos está su final.
Milton se fortaleció rápidamente y se convirtió en un huracán de categoría 4, en la escala Saffir-Simpson de un total de 5, con vientos máximos sostenidos de 240 kilómetros por hora (150 millas), según el Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés).
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El sistema amenaza con marejada ciclónica y condiciones de huracán a una amplia zona de la Península de Yucatán (México).
Igualmente, hay “un riesgo creciente” de marejada ciclónica y vientos destructivos en la costa oeste de Florida (Estados Unidos) a partir del martes por la noche o temprano el miércoles. El NHC urgió a los residentes de la costa del centro-oeste floridano estar atentos a las órdenes de evacuación de las autoridades locales.
Incluso antes de que Milton se aproxime a Florida se prevén fuertes lluvias e inundaciones en áreas urbanas que empeorarán con el desbordamiento de ríos, detalló el NHC.
8:05 AM CDT Monday Update: Milton rapidly intensifies into a category 4 hurricane. The maximum sustained winds have now increased to 150 mph (240 km/h) and the minimum pressure has fallen to 940 mb. pic.twitter.com/wlJXbB5lkr
El NHC, con sede en Miami, informó que la tormenta se encuentra a 1.185 kilómetros (735 millas) al suroeste de Tampa (Florida), y a cerca de 240 kilómetros (150 millas) al oeste de Progreso (México).
Milton podría tocar tierra durante el próximo miércoles como un huracán potencialmente destructivo en Florida.
Según los meteorólogos del NHC, Milton se está moviendo hacia el este-sureste, aproximadamente a 13 kilómetros por hora (8 millas).
En la trayectoria pronosticada, se prevé que Milton se mueva este lunes cerca o justo al norte de la península de Yucatán y el martes cruce el este del Golfo de México y se acerque el miércoles a la costa oeste de la península de Florida.
La llegada de la nueva tormenta tropical a Florida llega diez días después de que Helene tocara tierra en ese estado, convirtiéndose en el huracán más mortífero en Estados Unidos desde el Katrina.
Un trágico hecho ocurrió en México, al encontrarse el cuerpo sin vida del buzo argentino, Roberto Omar, quien desapareciera tras sumergirse en un cenote del estado de Yucatán, México. Con 51 años de edad, Roberto era un buceador experimentado, pero lamentablemente, el destino le tiñó su última inmersión de tragedia.
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Los acontecimientos se desencadenaron el pasado viernes 4 de octubre cuando Roberto Omar decidió explorar el cenote Dzonbakal, en el tranquilo poblado de San Antonio Mulix, aproximadamente a 49 kilómetros de Mérida. Se había sumergido alrededor de las once de la mañana, hora local, y desde entonces no se tenían noticias del buzo.
Equipos de búsqueda, integrados por la valiente unidad de Buzos Técnicos Deportivos de Yucatán A.C, en conjunto con el Cuerpo de Bomberos estatal y la policía municipal, dedicaron incansables esfuerzos para localizar al buzo desaparecido. Con la ayuda de equipos especializados, lograron adentrarse en las profundidades del cenote, donde finalmente, hallaron a Roberto. Los informes preliminares destacan que su cuerpo fue encontrado en una cavidad a 28 metros de profundidad, acompañado por dos de los tres tanques que había llevado consigo, ambos completamente vacíos.
A pesar del esfuerzo y pericia de los rescatistas, lamentablemente solo pudieron traer a la superficie el cuerpo de Roberto sin signos vitales. Las autoridades han iniciado una serie de investigaciones para esclarecer las circunstancias que llevaron a este triste desenlace. Investigarán, principalmente, las causas que podrían haber provocado la vacía de los tanques y si existían condiciones adversas que contribuyeran al accidente fatal.
Roberto Omar era considerado un experto de las aguas profundas y sus colegas lamentaron su partida. Muchos de los que compartieron inmersiones con él lo describen como “una persona apasionada y sumamente profesional”.
En la última jornada, se intensificaron los enfrentamientos en el Medio Oriente, con un notable incremento en la hostilidad entre Israel y Hezbollah. La agencia de noticias libanesa emitió informes afirmando que cuatro ataques aéreos israelíes golpearon posiciones al sur de Beirut, una zona conocida como bastión del grupo Hezbollah. En respuesta, Hezbollah lanzó un ataque coordinado con drones sobre la ciudad israelí de Haifa, dejando un saldo de varios heridos.
El ataque aéreo israelí fue parte de una serie de acciones militares para neutralizar ‘amenazas inmediatas’ en toda la región de Gaza. El ejército israelí justificó sus acciones manifestando que tenían como objetivo desmantelar instalaciones de almacenamiento de armas y bases de la inteligencia de Hezbollah en el Líbano. Sin embargo, uno de estos ataques impactó un hospital, generando reacciones internacionales de preocupación por la escalada de las hostilidades.
Según fuentes asociadas a Hezbollah, los bombardeos destruyeron estructuras cruciales en las áreas aledañas, lo que obligó a muchos residentes locales a buscar refugio en áreas más seguras de Líbano.
Ya pasaron 365 días desde que cientos de miembros de Hamas y otros grupos armados palestinos atacaron el sur de Israel, mataron a más de 1200 personas y secuestraron a otras 240, entre ellas una veintena de argentinos. Un año después, siete siguen cautivos en algún lugar de la devastada Franja de Gaza.
Entre ellos hay dos nenes. Uno cumplió un año mientras estaba en cautiverio. El otro tiene apenas cinco. Su suerte se desconoce, al igual que la de otras decenas de rehenes israelíes condenados al silencio. Sus familias siguen reclamando por su liberación. En total, se estima que un centenar de personas están secuestradas desde el 7 de octubre de 202
El gobierno israelí, por su parte, ha mantenido un discurso firme, advirtiendo a los ciudadanos libaneses que evacúen las áreas de conflicto antes de lanzar nuevos ataques, en un intento por minimizar el número de víctimas civiles. La reacción defensiva de Hezbollah no se hizo esperar. En respuesta, lanzó un ‘enjambre de drones’ sobre Haifa, una estratégica ciudad portuaria en el norte de Israel. Este ataque provocó heridas a media docena de personas y dejó evidencia clara de destrucción en varias infraestructuras cruciales.
Este intercambio de ataques subraya la volatilidad y fragilidad de la región, especialmente en la fecha en que se cumple un año del ataque terrorista por parte de Hamas en suelo israelí. Las tensiones no solo suponen un riesgo para Israel y Líbano, sino que potencialmente pueden desencadenar reacciones en cadena afectando a toda la geopolítica del Medio Oriente