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Los restos del Papa Francisco descansan en la Basílica de Santa María la Mayor

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La tumba del Papa Francisco en la basílica romana de Santa María La Mayor tendrá una lápida de mármol de Liguria, la tierra de sus antepasados italianos

El Vaticano fue testigo de un emotivo y multitudinario funeral para dar el último adiós al Papa Francisco, un evento que se transformó en una manifestación de fe y unidad mundial. Más de 250 mil fieles y líderes de todo el mundo se congregaron en la Plaza de San Pedro para rendir homenaje al fallecido pontífice.

La procesión que transportó el ataúd del Santo Padre en el papamóvil, símbolo de cercanía y accesibilidad, recorrió escenarios históricos de Roma. Partiendo desde la Puerta del Perugino, el tránsito solemne del féretro tocó la vida de miles de fieles apostados a lo largo de su camino. A mediodía, la caravana emprendió su trayecto, pasando por puntos emblemáticos como la avenida Vittorio Emanuele y la vía de los Foros Imperiales, mientras la multitud despedía con respeto al carismático Papa.

De esta manera. el cuerpo del Papa Francisco ya descansa en la Basílica de Santa María la Mayor, tal como él había solicitado en su testamento.

El recorrido rindió homenaje a su ferviente espiritualidad, destacando su profundo vínculo con la Basílica de Santa María la Mayor, destino final de su travesía. La Basílica, amada por el Papa por su devoción a la Virgen María, la Salus Populi Romani, fue el escenario donde el féretro fue recibido con emotividad y aplausos. Esta iglesia, conocida por su belleza y significado histórico, cobijó las últimas oraciones dirigidas al líder espiritual que cautivó al mundo con su simpleza y sabiduría.

 

 

Un grupo diverso y representativo de la humanidad, conformado por personas sin hogar, presos y transexuales, se reunió en el interior del templo. Con cada individuo portando una rosa blanca, encarnaron el legado del Papa Francisco: el amor y compasión hacia los más marginados. Las campanas de la Basílica resonaron al unísono, una sinfonía de despedida que simbolizaba la solemnidad de un hombre que vivió para servir a todos, especialmente a los pobres y necesitados.

La liturgia de sepultura continuó en la nave lateral de la Basílica Liberiana, en un nicho cuidadosamente seleccionado entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza. Un ambiente de recogimiento invadió el lugar mientras se entonaban salmos y se dirigían plegarias al cielo en honor al amado pontífice. En un gesto lleno de tradición y símbolo, se imprimieron los sellos de las entidades vaticanas sobre el féretro, ceremonia que concluyó con el cántico del Regina Caeli, mientras el Papa Francisco encontraba su descanso en la eternidad. El legado del Papa Francisco, quien eligió su nombre en honor al santo de los pobres, continúa siendo una inspiración de servicio desinteresado y amor incondicional.