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Cultura y Educación

Lucía Higuera: “desde Milei, la poesía asume un lugar preponderante en mi vida”

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Vecina de Bariloche hace 10 años, su “Agua de beber” fue editado por el Fondo Editorial Rionegrino (FER). Estará el próximo viernes en el stand del Ente Cultural Patagonia.

La escritora que se volvió poeta.

Lucía Higuera está frente a una sucesión de felices circunstancias literarias. Su primer libro obtuvo el primer premio en la categoría Poesía de la Convocatoria 2024 del Fondo Editorial Rionegrino (FER), de manera que se hizo acreedora de su publicación. Como consecuencia, el próximo viernes (2 de mayo) desde las 20 se presentará en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. No siempre se arranca en el camino de las letras de manera tan promisoria.

La autora es oriunda de Buenos Aires, pero reside en Bariloche desde 2015. En el prolijo informe de prensa que hizo llegar a El Cordillerano puede leerse que “desde sus 19 años ha trabajado como librera, bibliotecaria, tallerista de escritura, correctora de textos y editora”. Además, “se ha sumergido con pasión en cada oficio relacionado con los libros”. Llamativamente, “siempre se consideró una narradora”, pero una alternativa poco usual hizo que cambiara de género.

Es que “a partir de un ciclo de entrevistas que realizó a poetas rionegrinas en 2020, comenzó a escribir en verso”. Cinco años después, “Agua de beber” se convirtió en su primera publicación. “El libro se compone de seis poemas extensos, son historias en verso de personas que padecen y personas acompañan el dolor”, adelanta la introducción. “Estos textos tuvieron un camino largo, empezaron como cuentos en prosa y llegan hasta acá después de una profunda búsqueda de forma”.

En intercambio con este medio, Lucía admitió que el inminente compromiso “la verdad, me parece súper divertido, si es que lo tengo que definir con una palabra. Toda la parafernalia de la Feria me parece un dispositivo necesario en donde todos los profesionales del libro se encuentran y entonces, suceden un montón de cosas. Siempre estar con colegas es súper nutritivo y más en un espacio que te saca del cotidiano. Todo se puede ver con otras formas y perspectivas”, compartió. “Estoy muy entusiasmada”.

Además, “desde que asumió (Javier) Milei, la poesía asume un lugar mucho más preponderante en mi vida. Parece loco lo que estoy diciendo, pero pasaron dos cosas”, justificó la escritora. “Nunca fui una gran lectora de poesía, no es que no me gustara, pero siempre entendí que hacía falta una madurez que yo no tenía para disfrutarla. Creo que la poesía es una fiesta y yo la veía de lejos, esperando el momento de llegar”.

Ese arribo se produjo, aunque resultó trabajoso. “El libro resultó en poesía por una búsqueda estética muy grande, lo llevé a verso porque lo necesité estéticamente, pero no porque dijera: ah bueno, que primer libro sea de poesía… Para mí es un disparate total, una sorpresa de la vida”, admitió Lucía. “Lo que me pasa ahora es que estoy escribiendo muchísima poesía, siempre con el mismo tono más bien narrativo”.

Lugar de refugio

Ocurre que “escribo en prosa y termino pasando esos mismos textos a verso porque te permite una libertad enorme y ensayar cosas que de pronto, resultan correctas para transmitir una idea”, encontró. “Lo que te decía de Milei es porque empecé a participar de la Asamblea de Poetas, en la que estamos muy activos. Estar con poetas se vuelve central y un lugar de refugio en estos tiempos tan difíciles”, compartió.

Oficiaron de jurados en oportunidad del concurso Raúl Mansilla y Diego Rodríguez Reis, los dos poetas de Neuquén; más Dafne Pidemunt, de Viedma. El conjunto destacó que se tratara de un poemario “con una voz propia y original”. También apuntaron que la autora “sostiene, con un tono personalísimo, la tensión en todo el libro, enunciando el dolor, las violencias o el suicidio, sin caer en golpes bajos ni en regodeo de lo terrible”.

Mansilla, Rodríguez Reis y Pidemunt también destacaron “el ritmo, el trabajo del campo semántico y el abordaje de dichos campos. Y es que los poemas de Agua de beber hablan del dolor, y la liberación del dolor por la ventana abierta de la poesía. El dolor de estar enfermo y de vivir, que recuerda a (el libro) Hospital Británico, de Viel Temperley o La caída hacia arriba, del recientemente fallecido Cristian Aliaga”.

La edición que finiquitó el FER cuenta con prólogo de la lingüista Jazmín Chao, quien introduce: “Estamos ante un conjunto de relatos de época, libro llaga, que abre las heridas para mostrar lo que queda de carne adentro, cuando ya no hay posibilidad de respirar en la superficie. […] Agua de beber se inserta en un contexto de autoras que se desgarran en las páginas para nombrar los miedos, los deseos, para decir que, a veces, no nos une el amor sino el espanto. Y no es solo la elección de los temas o los personajes lo que lo hace un libro de época, es también el trabajo ávido con el lenguaje, una búsqueda casi subacuática de palabras, ritmos y resonancias”.

Son poemas extensos, así que vamos a cometer la tropelía de seccionar para que lectores puedan asomarse mínimamente a la escritura. Se titula “I Noche de hospital” y dice: “hoy soy la reina del pabellón / le dieron el alta a todas las otras / y me quedé sola / dejaron a mi marido quedarse esta noche / pero si llega algún ingreso / se va a tener que ir / dijeron / hoy me ayudó con la cena / y después me leyó / mi madre / que me cuida de noche / se fue / a una habitación de hotel / a media cuadra del hospital / en esta ciudad / tan lejana a la suya / dijo que gracias a dios / que así descansaba / que estaba harta / de esa silla al lado de mi cama / que le dolían los huesos / y el útero”. Lucía encontrará un resquicio para su poesía en el bullicio de La Rural el viernes próximo en el stand 3127 del Pabellón Ocre, que corresponde al Ente Cultural Patagonia.