“Ayer firmé tres denuncias a distintos periodistas por mentiras. Una es por tratarme de nazi”, afirmó el Presidente.
El presidente Javier Milei ha escalado sus críticas hacia la prensa esta semana al presentar denuncias judiciales contra tres conocidos periodistas argentinos, Carlos Pagni, Viviana Canosa y Ari Lijalad. Las decisiones legales parecerían estar motivadas por comentarios que él califica de ofensivos, llevando la disputa entre el mandatario y los medios a un nuevo nivel de confrontación.
Milei ha referido que estas acusaciones surgieron de declaraciones que él considera calumniosas. En una reciente entrevista en el popular canal de streaming Carajo, el presidente expresó su desconcierto sobre lo que identifica como ‘banalización del Holocausto’, tras ser descrito por uno de los periodistas como ‘nazi’. Este incidente en particular ya ha tenido reverberaciones internacionales, con el presidente de Israel brindando su apoyo a Milei por lo que él cataloga como improperios infundados.
La confrontación no termina allí. La periodista Viviana Canosa enfrenta una demanda tras haber descrito a Milei con términos tales como “autoritario”, “déspota”, y comparándolo con “líderes dictatoriales”. Estas caracterizaciones han generado considerable ruido mediático, especialmente en un país donde las críticas a los dirigentes políticos son un elemento constante del discurso público.
En el contexto de enfrentamientos discursivos, Javier Milei se ha referido a los periodistas en general como “prostitutas de los políticos”, sembrando aún más la discordia. Argumenta que los comunicadores son actores cruciales en el sistema político a través del cual transmiten opiniones que comulgan con agendas de otros, y los describe como “calumniadores e inquisidores”, atribuyéndoles así intenciones dañinas que distorsionan la realidad de acuerdo a sus intereses o los de sus patronos políticos.
Termina relatando que, aunque no usa recursos del Estado para reprimir a sus críticos, como afirma que sí hicieron administraciones anteriores, sigue creyendo en aquellos periodistas dedicados a su vocación que entienden que “la estrella es la noticia”. Esta última declaración revela algo de esperanza hacia la posibilidad de rectitud profesional dentro de un entorno habitualmente cargado de tensiones y malentendidos entre el gobierno y el cuarto poder.
