El vocal Evaldo Moya, al igual que el equipo de Lionel Messi, consiguió tres estrellas para su camiseta: continuará en la presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Neuquén (TSJ), conducirá la Junta Electoral el año en el que se define al próximo gobernador de la provincia y asumirá la presidencia subrogante del Tribunal de Cuentas, puesto que ocupó antes de ser designado como juez del máximo tribunal.
Como anticipó RÍO NEGRO la disputa este año por la distribución de los cargos fue muy reñida.
La vocal Soledad Gennari aspiraba a continuar como presidenta del Consejo de la Magistratura. Sin embargo ese sillón lo ocupará Gustavo Mazieres. El abogado que llegó este año al TSJ era representante del bloque del Partido Justicialista en el organismo encargado de seleccionar jueces y juezas. Le tocará lidiar con un nueva integración del cuerpo, ya que se renueva por completo.
Gennari fue presidenta subrogante del tribunal este año. Usualmente quien se ubica en ese rol es número puesto para asumir la conducción el próximo. No ocurrió esta vez. Seguirá en la comisión especial de jurado de enjuiciamiento.
La decisión se tomó hoy en el acuerdo, que es la reunión semanal de autoridades del TSJ, y fue unánime. El fiscal general, José Gerez, y la defensora general, Vanina Merlo participan pero no votan.
Moya llegó al máximo tribunal en 2011, de la mano de Jorge Sapag, ex gobernador y hoy presidente de la Convención del MPN. Lo tuvo a su lado en la asesoría general de Gobierno y luego lo designó presidente del Tribunal de Cuentas. El vocal vuelve a casa.
El presidente subrogante en 2023 será Germán Busamia y continuará en el jurado de enjuiciamiento. El vocal por primera vez no integrará la Junta Electoral, que quedará en manos de Moya, Soledad Gennari, José Gerez, Alejandra Bozzano y Alfredo Elosú Larumbe, el quinto vocal que rehúye de la exposición pública y que solo presidió el TSJ en 2017.
La Constitución de Neuquén establece que la presidencia del TSJ «se turnará anualmente». Históricamente la lectura que imperó fue: las y los vocales deben conducir el cuerpo como máximo un año.
Sin embargo desde que asumió Busamia ese criterio cambió. La interpretación actual es la siguiente: cada año tienen que discutir la distribución de cargos y llegar a un acuerdo. Eso no obstaculiza la posibilidad de que un vocal pueda seguir a cargo de la presidencia, como es el caso ahora de Moya, u otro esquive sistemáticamente la función, como sucede con Elosú Larumbe.
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