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hace 4 semanasel
Se tiende a creer que por ir perdiendo la capacidad de moldear los músculos a medida que avanza la edad, el ejercicio deja de tener sentido. Pero esto no es así, la sarcopenia, que es la condición que tiende a reducir la musculatura conforme avanza la edad, no quiere decir que el entrenamiento sea inútil para el cuerpo o mucho menos.
Realizar actividad física pasados los 30, 40 y 50 años es altamente beneficioso para el cuerpo, y si se realiza una rutina que contemple ejercicios cardiovasculares, fuerza y resistencia, los resultados podrían ser mucho mejores de los esperados, obteniendo el crecimiento en los músculos que tanto se espera.
Adaptarse a las nuevas exigencias y necesidades del cuerpo no es algo malo. Si el instinto pide entrenar de forma diferente, está bien hacerle caso. Hay muchos factores para tener en cuenta durante el envejecimiento, tales como molestias y lesiones recurrentes, o una recuperación más lenta. Pero no es necesario que entrenemos de acuerdo a nuestra edad, sino a cómo nos sentimos.
El hecho de optar por menos ejercicio y más reposo puede ser lo más contraproducente de cambiar nuestros ejercicios. Por eso, los profesionales recomiendan continuar con el ejercicio mientras el cuerpo lo permita, porque esto ayuda a la movilidad, resistencia, fuerza e independencia incluso a una edad avanzada. En definitiva, la adaptación debe realizarse cuando el cuerpo lo pida y no en función del acta de nacimiento.
Es cierto que la capacidad de recuperación tras el ejercicio comienza a verse afectada después de los 30 o 40 años. Esto sucede por la pérdida de masa muscular o densidad ósea, y además con las exigencias de un estilo de vida más ocupado. Pero también es cierto, que según estudios especializados, la duración de la recuperación no está del todo determinada por la edad, sino por la capacidad de rendimiento.
Por eso, hay 5 consejos básicos muy útiles para afrontar la actividad física a esta edad. En primer lugar, hacer de la actividad física una forma de vida. Incorporar actividades como la caminata, la bicicleta o el yoga pueden sumar al bienestar.
También, esforzarte al máximo puede ser determinante. Para progresar es necesario entrenar con intensidad, y en caso de no poder hacer ejercicios cortos, compensarlos alargando su duración.
En tercer lugar, no hay que huir de las mancuernas, con 3 sesiones de fuerza a la semana, se puede lograr una mayor estabilidad en el core. En cuanto a la alimentación, la ingesta de proteína es fundamental, Para los hombres activos, recomienda una ingesta de proteínas de 1,6 a 2 g por kg de peso (128 g mínimo para un hombre de 80 kg).
Por último, no hay que tenerle miedo al cambio. En caso de que el cuerpo lo pida, será necesario adecuar el ejercicio a las nuevas posibilidades. Y si significa inclusive reducir las frecuencias de entrenamiento, bajar el peso o acortar la duración, que así sea.
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