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hace 2 añosel
¿Escuchaste hablar de la dieta alcalina? Es una de las famosas dietas de moda que circulan por las redes sociales y que no tiene sustento científico.
Esta dieta lo que sugiere es que los alimentos alcalinos podrían, de alguna manera, modificar el ph de la sangre. Los seguidores de esta dieta sostienen que las enfermedades se desarrollan en un medio ácido, por lo que las comidas alcalinas aumentarían el ph del cuerpo evitando problemas de salud.
Esos alimentos son las frutas, las verduras, el agua y los lácteos. Y, por otra parte, los alimentos ácidos serían los que tendríamos que disminuir en nuestro plan de alimentación para obtener estos beneficios, que consistiría en un supuesto descenso de peso y, también, serían beneficiosos para prevenir y tratar ciertas enfermedades.
Si lo vemos desde el lado fisiológico, sabemos que no hay forma alguna en la que los alimentos puedan alterar el ph de la sangre porque, por un lado sería una situación bastante riesgosa, que incluso podría llevar al riesgo de muerte, y por otro, porque tenemos sistemas reguladores que se llaman ácido base, que son los encargados de mantener el ph de la sangre ligeramente alcalino.
Como conclusión y tras la evidencia de diversos estudios científicos, lo que se sugieren es que, de ninguna manera, los alimentos pueden influir en el ph de nuestra sangre.
Además, como suelo explicar, las dietas restrictivas son riesgosas para la salud. Pueden provocar la carencias de ciertos nutrientes, y es importante saber que eliminar grupos de alimentos no es el camino para sostener una alimentación saludable. En el caso de la dieta alcalina, se excluyen alimentos ácidos que aportan vitaminas y minerales necesarios.
Para mantener una alimentación variada y balanceada es fundamental:
– Realizar las cuatro comidas diarias: desayuno, almuerzo, merienda y cena. Si entre comidas sentís hambre, sumá alguna colación: una fruta, un pedacito de queso, un huevo, un yogur o un puñadito de frutos secos.
– Organizar con tiempo el menú semanal y hacer la lista de compras. Para planificar las comidas e incluir fuentes distintas de proteínas y variedad de vegetales.
– Probar la comida antes de agregarle sal. Intentá no llevar el salero a la mesa. Utilizá especias para realzar sabor: orégano, perejil, romero, limón, ajo, pimienta, ají molido, estragón. Animate a probar nuevos sabores. El paladar tarda en acostumbrarse.
– Procurar siempre la mitad del plato tenga verduras y, si es posible, con variedad de colores. Crudas, cocidas, como prefieras.
* Romina Pereiro es licenciada en nutrición MN 7722
* Producción: Dolores Ferrer Novotný / Realización: Gastón Taylor / Edición: Rocío Klipphan / Locación: Batré Laboratorios Gastronómicos
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