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Cultura y Educación

¿Por qué se cambió su nombre antiguo al de Puerto Blest?

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Incluso según las reglas del siglo XIX, tan característico paraje ya tenía otra denominación que, sin embargo, se desechó. Fue una cuestión de tiempo.

Excursión en lago Frías. Archivo General de la Nación. Sin fecha.

El sacerdote Francisco Menéndez pasó por allí en 1792 y llamó al paraje Puerto de la Esperanza, pero su denominación no prevaleció porque sus escritos se descubrieron tardíamente. Puerto Blest homenajea con su nombre a un funcionario chileno del siglo XIX: Juan Blest. Fue intendente de Llanquihue hacia 1856 y desempeñó una tarea fundamental al propiciar la llegada de colonos alemanes al sur del vecino país, cuyo proceso de incorporación a la soberanía de Santiago había empezado ni bien se produjo el estallido revolucionario.

Sito en el extremo occidental del lago Nahuel Huapi, donde desemboca el río Frías, el paraje atesora muchísima historia. “El hermoso puerto de Nahuel Huapi, llamado hoy Puerto Blest, fue bautizado por Menéndez Puerto de la Esperanza. Este nombre se había conservado en las reminiscencias del práctico José A. Olavarría, que lo aplicó al cerro que está situado a la espalda del mismo puerto y desde el cual señaló a Gómez Geisse la legendaria laguna que venían buscando”.

La cita anterior aparece en “Toponimia del Parque Nacional Nahuel Huapi”, de Juan Martín Biedma (Editorial Caleuche-2004), pero habrá que ir por partes. Con Menéndez se refiere el texto al sacerdote franciscano que integró cuatro expediciones hacia estas playas, las que partieron todas de Chiloé y se produjeron entre 1791 y 1794. La primera no llegó a destino, recién en la segunda los soldados y religiosos tuvieron la fortuna de divisar el gran lago y desde esa perspectiva, puede entenderse aquello de Puerto de la Esperanza, como manera de dejar atrás la primera frustración.

Biedma tomó como fuente los escritos de Francisco Fonck, quien junto a Federico Hess, concretó una expedición a estas latitudes en 1856, es decir, 60 años después del último intento de Menéndez y los suyos. El sacerdote había tratado con los “indios puelches” en cercanías del río Ñirihuau pero en su último periplo, recibió un ultimátum por parte del cacique Chulilaquin, cuyas tolderías estaban ese verano cerca de las nacientes del Limay. Los españoles optaron por retirarse ante la presencia de medio millar de lanceros.

En aquellos tiempos, los viajeros que se asignaban a sí mismos el rol de “descubridores” se consideraban con derecho a imponer nombres a los ríos, montañas, lagos y demás elementos geográficos que encontraban a su paso. No obstante, también respetaban puntillosamente una norma no escrita, según la cual el nombre que prevaleciera debía ser el primero, siempre según la lógica europea en primera instancia, chilena-argentina después. No consideraban las designaciones originarias.

Anotaciones del franciscano

Fonck publicó hacia fines del siglo XIX los diarios de viaje de Menéndez, a los que matizó con una extensa introducción y notas al pie, pero los preciosos textos permanecían entre el polvo de archivos desconocidos cuando el médico alemán–chileno navegó por el Nahuel Huapi. De ahí que soslayara la denominación de Puerto de la Esperanza y quisiera homenajear al intendente de Llanquihue.

Escribió Fonck: “Mi amigo D. Juan Blest, persona muy digna, laboriosa e ilustrada, que ha fallecido en su mejor edad hace ya algunos años, me encomendó la expedición proyectada en 1856 aceptando mi ofrecimiento espontáneo de hacerme cargo de ella y le agregó a propuesta mía, a mi inteligente amigo D. Fernando Hess. Blest se alejó inopinadamente de Puerto Montt, mientras que nosotros estábamos ausentes en la expedición. Su retiro fue un gran golpe para la prosecución de los descubrimientos en la región”, lamentaba el explorador en 1900.

En efecto y “por lo demás, habiéndole sometido varios datos nuevos para seguir con ellos me aconsejó desistir de estos trabajos, que en su opinión, no hallarían, de parte del gobierno ni del público, el apoyo y la atención suficientes para ser provechosos para su autor. La recepción fría que cupo algunos años después al notabilísimo viaje de D. Guillermo Cox probó que la apreciación del señor Blest había sido exacta”, redondeaba el médico alemán–chileno. El último tuvo lugar en el verano de 1863.

Larga Ensenada

También lleva el nombre del intendente de Llanquihue el brazo del Nahuel Huapi que se introduce en la cordillera, por donde transcurre el límite entre las provincias de Neuquén y Río Negro. Según la reconstrucción de Biedma, “el 11 y 12 de enero de 1884, (Eduardo) O´Connor recorrió este brazo en su viaje de exploración al lago después de su famosa navegación del Limay”. Por entonces, se conocía como Larga Ensenada.

Asimismo, se denomina Blest al arroyo que nace junto al límite internacional, al norte del cerro Esperanza y “que determina en todo su curso parte del límite entre las provincias de Neuquén y Río Negro”, según la narración de Biedma. “Desagua en el extremo occidental del Brazo Blest del lago Nahuel Huapi”. Durante su internación de 1884, O’ Connor consignó: “En la orilla de uno de los arroyos que vienen de las sierras, encontramos dos piraguas, construidas de un solo tronco de madera ahuecado y labrado con bastante perfección”.

También observó el marino: “Dadas las condiciones del terreno, pues tenemos al frente un abra regular, suponemos pueda existir algún paso a Chile desde el punto y atribuimos la existencia de estas piraguas, a algunos comerciantes chilenos o indígenas que atraviesan el lago en esta parte, aprovechando un buen tiempo. Al arroyo lo llamamos de las Piraguas”, según consignó el 10 de enero de 1884. Lectores atentos o atentas ya habrán advertido que se trata del actual paso Pérez Rosales.