Todas las rutas del país deberían estar bien demarcadas, pintadas en el centro y en ambos costados, cuestión de delimitar claramente los márgenes para evitar que en situaciones adversas (lluvia, niebla, nocturnidad, etc.) el conductor sepa dónde termina la ruta y dónde empieza la banquina (si la hay). Y en el centro, que se vea claramente la doble línea amarilla que evita el sobrepaso o, por el contrario, la intermitente blanca que lo habilita.
Además de aguantar calzadas destrozadas, que rompen neumáticos y generan situaciones de peligro, debemos soportar la falta de demarcación vial.
Más inadmisible es esta situación cuando hay tramos con puestos de peaje, que cobran para -además de hacer negocios- garantizar el correcto mantenimiento de las rutas.
Urgente, entonces, y frente a nuestras calamitosas rutas: que no falte el bacheo y la pintura.
Mariana Laura López
Neuquén
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