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“Que te perdone dios porque nosotros no podemos”, cerró la exposición de una hermana de la víctima que habló en representación de la familia para exigir justicia.
El sujeto intentó justificarse.
“Que te perdone Dios, porque nosotros no podemos”, expresó con voz quebrada la hermana de Carolina Abigail Calfular, en representación de la familia de la víctima, durante la audiencia en la que se impuso la sentencia de prisión perpetua a Julio César Gutiérrez por el femicidio de la joven. Las palabras de la hermana reflejaron el profundo dolor y la necesidad de justicia ante la brutal pérdida sufrida por la familia.
En el tribunal, Gutiérrez, de 42 años y oriundo de Santa Fe, se dirigió llorando y pidiendo perdón por el crimen que le costó la vida a Carolina. “Me voy a arrepentir toda mi vida de lo que hice, le pido perdón a la familia”, fueron sus primeras palabras al hacer uso del derecho a pronunciar su última palabra antes de conocer la sentencia. El hombre, que había sido imputado por homicidio agravado por el vínculo y femicidio en un contexto de violencia de género, intentó justificar sus acciones, alegando que la víctima le había golpeado con un fierro tras intentar robar dinero de su casa.
“Es la primera vez que me pasa, tengo que pagar lo que hice, ya lo sé”, dijo Gutiérrez, tratando de exponer las circunstancias que, según él, habrían desencadenado el fatal desenlace. Sin embargo, su intervención no hizo más que agravar el sufrimiento de los familiares de Carolina, quienes seguían la audiencia desde el edificio Pilmayquen a través de videollamada.
Los jueces Gregor Joos, Juan Martín Arroyo y Marcos Burgos impusieron la pena de prisión perpetua a Gutiérrez, quien se había declarado culpable poco después de ser acusado del femicidio. La condena fue el resultado de un proceso judicial en el que los planteos defensivos del imputado fueron rechazados, y se determinó que no existían elementos suficientes para modificar la pena máxima que se le aplicó.
La familia de la víctima, sin embargo, no encontró consuelo en las palabras del acusado. “Que te perdone Dios, porque nosotros no podemos”, cerró la hermana de Carolina, marcando la distancia emocional y moral que existe entre el arrepentimiento de Gutiérrez y el profundo dolor que ha dejado su crimen.
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