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Quién es Carmela, la “señora de las flores amarillas” que dejaron ingresar al velatorio privado del Papa

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Se hizo conocida cuando el Papa la nombró al agradecer la presencia de sus fieles el día que recibió el alta médica.

En una conmovedora despedida marcada por la emoción y la sencillez, Carmela Mancuso, la mujer argentina de 79 años conocida por llevar siempre un ramo de flores amarillas a las audiencias del papa Francisco, tuvo la oportunidad de honrar al pontífice una última vez. 

El 23 de marzo, desde la ventana de la clínica Gemelli, donde pasó 38 días internado por una neumonía bilateral, las únicas palabras del Papa resonaron con afecto y gratitud: “Gracias a todos. Veo a una señora con las flores amarillas, qué bien”. Aquella señora era Carmela Mancuso, cuya larga historia de devoción y amistad silenciosa con Francisco había comenzado seis años atrás. Semana tras semana, Carmela acudía a las audiencias papales con las flores que, para el pontífice, se habían convertido en un símbolo de luz y esperanza.

Durante la convalecencia del Papa, Carmela visitó la clínica gemelli una docena de veces, rezando fervientemente por la recuperación de su querido Santo Padre. El día que Francisco distinguió a Carmela entre la multitud, otorgándole un reconocimiento especial, ella expresó entre lágrimas: “No me creía tan ‘vista’. Gracias, gracias al Señor y al Santo Padre”. 

Finalmente, este martes, un día cargado de fuertes emociones, Carmela asistió al velorio privado de Francisco en el Vaticano. Superando su propia tristeza, había logrado entrar a la capilla para rendirle honores, convirtiéndose en la única laica allí presente. Su vínculo especial con el pontífice le permitió acercarse a él una vez más, reflejando en sus gestos un lazo no solo de devoción religiosa sino de cercana amistad.

 

 

“Era verdaderamente un santo”, afirmó Carmela, recordando el particular regocijo que sentía cada vez que las manos del Santo tocaban sus flores. En sus encuentros rutinarios, el Papa y Carmela solían intercambiar palabras sencillas pero plenas de un significado profundo que solo ellos podían comprender.

En el último encuentro, durante la misa de Pascuas, supo que tenía la dicha de acercarse por última vez, un acto cargado de emotividad que concluyó con otro rosario y una bendición especial.

Por última vez, hoy, Carmela entregó sus flores como una despedida final, lleno de recuerdos de fe y amor compartidos.