Ximena Cerda aferraba con sus manos la foto de su hijo, Manuel Benítez, mientras caminaba por la calle Moreno. Su rostro representaba la imagen del dolor. No estaba sola. Cientos de personas la acompañaban a ella y a su esposo, Juan, que salieron a reclamar justicia por su hijo, que murió a finales de de abril pasado, cuando se dirigía a su trabajo en el refugio Frey y lo sorprendió una nevada intensa.
El joven trabajaba como refugiero y había emprendido en horas del mediodía del 26 de abril el ascenso sin el equipamiento necesario. El temporal lo atrapó, sin contar ni siquiera con un handy para pedir auxilio. Fue su última travesía, porque no sobrevivió. Un grupo de rescatistas encontró su cuerpo dos días después tapado por la nieve, en cercanías del refugio. Murió de hipotermia.
Esta tarde de miércoles, familiares, amigos, compañeros de la Universidad de Río Negro, refugieros y vecinos marcharon, junto a Ximena y Juan, para exigir justicia y castigo para los responsables de la muerte de su hijo.
Una bandera con una frase de Manuel encabezaba la columna. “Para mí lo único que vale la pena es recorrer los caminos con el corazón”, decía con una enorme foto del joven sonriendo.
La marcha, que había comenzado en la calle Onelli y Brown, en el alto de la ciudad, finalizó frente a la sede del Club Andino Bariloche (CAB), en el centro de esta ciudad. Los manifestantes descargaron su dolor y bronca contra una institución emblemática en la historia de la ciudad a la que responsabilizaron por no controlar el funcionamiento de los refugios ni a los concesionarios. También criticaron a Parques Nacionales.
Cuando llegaron los manifestantes minutos después de las 18, la puerta principal de acceso al CAB estaba abierta. Las luces estaban encendidas y miembros de la comisión directiva se encontraban en el interior.
“¡Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de explotar!”, gritaban cientos de personas. “¡Dejaron morir a mi hijo, desgraciados!”, exclamó Juan, que sujetaba una de las pancartas frente a los manifestantes. Familiares y amigos de Manuel no podían contener las lágrimas.
Hubo agradecimientos a todas las personas que se sumaron a la marcha. Hubo un reconocimiento de parte de todas las personas que tomaron el micrófono para Manuel y su espíritu solidario, su compromiso y compañerismo.
Destacaron que Manuel decidió subir esa tarde del 26 de abril pasado a la montaña porque tenía el compromiso de su trabajo y la solidaridad con su compañero que estaba en el refugio y él tenía que relevar. “No fue la montaña, fue la negligencia del concesionario”, decían algunos carteles que algunas personas portaban.
Cuando se hizo de noche, decenas de velas encendidas iluminaron el reclamo. Los manifestantes ubicaron las velas frente al edificio del CAB y ni la lluvia suave que caía las pudo apagar.
Sus compañeros de trabajo destacaron a Manuel. Y exigieron cambios a las autoridades de la comisión directiva del CAB que tiene bajo su mando varios refugios concesionados. Hubo palabras emocionadas de compañeras de la carrera de la Ingeniería Ambiental de la Universidad de Río Negro. “Duele tu partida, este mundo te va a extrañar”, expresó una de las chicas.
La demanda de justicia disparó el reclamo de mejores condiciones de trabajo para los refugieros. Julián, en representación del colectivo de refugieros y refugieras que se conformó tras la muerte de Manuel, exigió al CAB que termine de inmediato con la concesión del refugio Frey que tiene Federico Pajarín. “Exigimos que no se vuelva a repetir”, sostuvo.
El pedido activó los gritos con fuertes reproches hacia los responsables del CAB y la demanda para que den la cara. Minutos después, dirigentes de la institución salieron de la sede en silencio y se ubicaron a pocos metros de los padres de Manuel.
“Lo dejaron solo porque hubo mucho tiempo para ir a buscarlo”, afirmó, con la voz entrecortada por el dolor, Fernanda, una de sus hermanas. “Esperaron más de 24 horas para salir a buscarlo. Solo quiero que se haga justicia”, demandó la joven.
“Quiero abrazarlos con el alma a esta multitud que nos acompaña bajo la lluvia”, exclamó la madre del joven refugiero. “Este acompañamiento nos reconforta el alma”, afirmó.
Un integrante de la Comisión de Auxilio del CAB tomó el micrófono y explicó que estaban a disposición de la familia para brindarles la información necesaria. Sostuvo que será la justicia la que determine las responsabilidades. Varias personas le recriminaron la demora del operativo de búsqueda. “Entiendo el enojo de muchísima gente”, manifestó.
El momento más delicado se vivió después, cuando habló Juan Pablo Ordoñez, de la comisión de refugios del CAB y miembro de la comisión directiva. “Somos gente de montaña y murió una persona de montaña. Estamos trabajando para que esto no vuelva a pasar”, aseguró. Pero sus palabras recibieron la reprobación de decenas de manifestantes.
“Estamos evaluando medidas y el refugio Frey está cerrado y también el sendero hasta que hagamos la evaluación”, explicó. Pero solo cosechó el repudio de las personas más enfurecidas. Ni siquiera el compromiso de que el CAB trabajará de ahora en adelante para evitar que una tragedia como la de Manuel vuelva a pasar calmó los ánimos.
Julián tomó el micrófono otra vez. Solicitó a los manifestantes paz por respeto a los padres de Manuel y a la víctima. Sus palabras descomprimieron el clima tenso que había en ese momento. Y le pidió una profunda autocrítica a los responsables del CAB para cambiar las cosas en el funcionamiento de los refugios.
Los familiares volvieron a agradecer el acompañamiento y la marcha finalizó. “Hay más de un responsable”, aseveró la madre de Manuel. “Solo les pido que nos acompañen, que no nos dejen solos”, solicitó. Los manifestantes se dispersaron, y dejaron decenas de velas encendidas que iluminaban el mensaje: «Una montaña de experiencias», impreso en la bandera del CAB.
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