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Regalo de tiza por Pascua

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Una obra de arte pasajera para el deleite de los paseantes (foto gentileza).

Los humanos solemos acostumbrarnos a las cosas agradables que tenemos al alcance de la mano, y así, en ocasiones, no les damos el valor debido.

Por ejemplo, los barilochenses, a fuerza de observarlas a diario, no siempre prestamos atención a las bellezas naturales que nos rodean.

Vemos cómo los turistas se deslumbran ante los cerros y los lagos, pero, en general, más allá de algún rapto de encanto momentáneo ante la hermosura innegable, los tomamos como si de un simple paisaje de fondo se tratara.

Sucede también con las piezas de arte callejero que desde hace algunos años obsequia Ángela Olivera. Nos hemos habituado a presenciarlas, como si lo raro fuese que no estuvieran.

Angélica Olivera, junto a una de sus creaciones (foto: Matías Garay).

La joven, oriunda de La Matanza, partió del Gran Buenos Aires en 2021. Tras la etapa más dura de la pandemia, salió en busca de alguna zona donde la naturaleza estuviera presente en plenitud. Así, tras un paso por Bahía Blanca, arribó a Bariloche.

De alguna manera, en las veredas y calles de esta parte de la Patagonia, encontró lienzos de baldosas y asfalto para desarrollar su arte efímero, un eco de lo que hacía de niña en donde vivía. Pero si en aquel entonces simplemente esparcía rayones de tiza (algunos más intrincados que otros, hay que reconocerlo), ahora deleita a los transeúntes con obras elaboradas.

Manos –y corazón– de tiza (foto: Matías Garay).

Porque Ángela sigue utilizando tizas (más carbón), como hacía de pequeña, pero en la actualidad despliega pinturas que el caminante, al admirar su trazado, lamenta que se “evaporen” tan rápido.

Por lo general, suelen permanecer un par de días. En ocasiones, si el clima y las pisadas lo permiten, estiran un poco la fecha de caducidad.

En cierta forma, en esa cualidad de pasajeras sus obras toman fuerza para volverse más potentes.

Las baldosas como lienzo (foto: Matías Garay).

Es habitual que sus dibujos aparezcan en la intersección de Mitre y Villegas, del lado del Banco Nación.

Pero en Semana Santa, aprovechando que la calle principal del centro barilochense estaba cerrada al tránsito, esparció sus colores sobre el pavimento.

Sábado Santo por la noche, cuando Angélica pintó a la liebre y la bandurria (foto gentileza).

Seguramente pensando en el conejo de Pascua, pero guiándose por una visión patagónica de la fauna –porque ella misma ya es una patagónica más–, el sábado por la noche delineó una liebre junto a una bandurria y un nido con huevos, con ese fondo de lago y montañas que, más allá de que los barilochenses estemos acostumbrados a su visión, no deja de ser de película.

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Domingo de Pascua al mediodía, la obra a la luz del día (foto: gentileza).

Las obras temporales de Angélica –quien también realiza diversas pinturas a pedido– pueden seguirse por Instagram, en aliwen_artevisual.