Soldados se unirían a los rusos que combaten contra las fuerzas ucranianas.
Vladimir Putin, el presidente de Rusia, ha dado un giro geopolítico inesperado al firmar un histórico tratado de defensa mutua con Corea del Norte. Este pacto fue establecido en el transcurso de su visita a Pyongyang en el mes de junio, en un momento en el que las tensiones globales no dejan de aumentar.
Analistas internacionales han comenzado a evaluar las implicaciones de este nuevo acuerdo en el escenario mundial, particularmente en un contexto de fuerte rivalidad entre Rusia y Ucrania, respaldada esta última por países occidentales, específicamente Estados Unidos.
La firma de este tratado se produce en un periodo de intensificación significativa de ataques, particularmente usando drones, entre las fuerzas rusas y ucranianas. Esto marca un momento crítico, ya que según reportes de ambos bandos, estos eventos recientes han sido uno de los intercambios de violencia más significativos desde que comenzó el conflicto hace más de dos años y medio.
Las autoridades tanto en Kiev como en Washington advierten la inclusión de soldados norcoreanos compartiendo filas con los rusos, un gesto que potencia las capacidades militares en el territorio europeo.
El objetivo del tratado, según los términos divulgados, incluye una asistencia militar inmediata y considerable para cualquiera de los países que sea objeto de ataque. Lo que llama la atención de los expertos es la cláusula explícita de asistencia militar que podría modificar rápidamente el equilibrio de poder en caso de una escalada en el conflicto actual. Esto se ve reflejado ya en el posicionamiento estratégico, particularmente en la región rusa de Kursk, donde se informa que las tropas norcoreanas están siendo desplegadas para fortalecer la resistencia a la ofensiva ucraniana en esa área fronteriza.
Las reacciones no se han hecho esperar. Desde Ucrania se emiten alertas sobre la posible presencia de miles de soldados norcoreanos en el territorio ruso, evaluación que también han compartido por fuentes de inteligencia estadounidenses. Este desarrollo no solo genera preocupación en Kiev, sino que también enciende señales de alarma en varias capitales del mundo, deseosas de evitar una mayor violencia en una región ya ampliamente afectada.
