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En una carta redactada el 29 de junio de 2022, el sumo pontífice manifestó su voluntad testamentaria sólo en cuanto a su lugar de sepultura.
El mundo católico y gran parte de la opinión pública internacional se conmocionaron con la revelación del testamento espiritual del Papa Francisco, quien dejó estipuladas sus últimas voluntades en un emotivo documento. La Santa Sede fue la encargada de dar a conocer los deseos póstumos del pontífice, quien falleció a los 88 años debido a complicaciones de salud severas, que incluyeron un colapso cardiovascular irreversible y un derrame cerebral.
Redactado el 29 de junio de 2022, el testamento es una carta aún fresca en las memorias, escrita desde su residencia de Santa Roma en la emblemática Ciudad de Roma. En este mensaje, tranquilo y reflexivo, el Papa Francisco mostró una profunda devoción hacia la Virgen María, al mencionar que su vida y todo su ministerio religioso estuvieron inquebrantablemente confiados a ella. A su vez, reveló con precisión un deseo muy personal: que su entierro se llevara a cabo en un lugar cargado de simbolismo y significado espiritual.
“En el Nombre de la Santísima Trinidad. Amén”, inician sus palabras en la misiva, reflejando una clara preparación espiritual hacia el inminente final físico de su existencia, mientras alimentaba una firme esperanza en la Vida Eterna. En su último acto de fe, Francisco quiso que su descanso final se concretase en un sagrado santuario que guardaba un lugar especial en su corazón: la Basílica Papal de Santa María la Mayor, por mucho tiempo el refugio de sus oraciones antes y después de cada misión apostólica.
Francisco solicitó explícitamente que su tumba estuviera ubicada “entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza”, declinando cualquier lujo o pompa funeraria y optando por un diseño particularmente austero: el féretro “debe estar en la tierra” y que sea “sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”, describió con detalles. Esta humildad en sus deseos refleja coherentemente su vida de servicio y sencillez dentro de la Iglesia.
El Papa también precisó que los recursos financieros para esta última voluntad serían gestionados por el Arzobispo Rolandas Makrickas, entero responsable de cumplir sus encomiendas. Bajo este espíritu, el pontífice dejó asentado que los fondos aportados por generosos benefactores se destinarían a concretar sus deseos funerarios, apostando por una gestión transparente y humanitaria de su legado financiero.
Por último, con una emoción global que toca a millones, el Papa se despidió en su testamento encomiendándose y agradeciendo las oraciones de todos aquellos que continue a amarle más allá de su existencia física. “El sufrimiento de los últimos momentos de mi vida los ofrezco como mi oración profunda por la paz en el mundo y la hermandad entre los pueblos”, concluyó, recordándonos la inagotable dedicación de su vida a la fe, la paz y la comunión global. Así fue como pasó de ser Jorge Bergoglio al eterno ‘Franciscus’, un pastor dedicado al último aliento del último día.
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