Moldavia es un país partido en dos. La presidenta del país, la prooccidental Maia Sandu, emergía en la noche del domingo como la casi segura ganadora de la segunda vuelta de unas elecciones reñidísimas. Con el 97,9% del voto escrutado, Sandu se adjudicaba el 54,35% de los votos, frente al 45,65%, el candidato apoyado por las formaciones prorrusas, Alenxadr Stoianoglo. De confirmarse este resultado, la presidenta habría logrado su objetivo de un nuevo mandato de cuatro años al frente de este país de Europa del Este.
Los moldavos tenían este domingo ante sí un día clave para definir su futuro. Las elecciones debían determinar si esta antigua república soviética, de 2,7 millones de habitantes, continuaba su rumbo hacia Europa —le fue concedido el estatuto de país candidato a la Unión Europea en junio de 2022— o volvía a caer en la órbita del Kremlin. Finalmente, y por un estrechísimo margen, los moldavos han escogido la vía europea, según los resultados preliminares. El voto exterior ha sido clave, ya que en el interior del país Stoianoglo había logrado más votos que su rival (un 51,2% frente al 48,8%). Pero la diáspora habría dado la victoria a Sandu. Con el 80% escrutado, tenía más del 81% de apoyos.
Estos comicios se han visto marcados por la alta movilización de los moldavos que viven fuera del país, lo que ha impulsado la participación de una forma sin precedentes. La otra clave de la jornada electoral fueron las alertas falsas de bombas en varios colegios electorales de fuera del país.
La jefa de Estado, que en la primera vuelta celebrada el pasado 20 de octubre había logrado el 42,45% de los votos frente al 25,98% de su rival, partía como favorita. Pero la victoria parecía en los últimos días cada vez más difícil, ya que la mayoría de los candidatos eliminados habían instado a sus simpatizantes a votar por Stoianoglo. Este habría obtenido, según la Presidencia, el apoyo del oligarca Ilan Shor, fugado en Rusia tras ser condenado a 15 de años de cárcel por el robo de 1.000 millones de dólares (unos 900 millones de euros), lo que equivale al 8% del PIB de Moldavia.
Stoianoglo habló tras el cierre de los colegios, en un momento en el que él lideraba el recuento, pero la dinámica del escrutinio sugería que Sandu tomaría la iniciativa. “Espero sinceramente que a partir de ahora pongamos fin al odio y a la división que se nos ha impuesto. Hago un llamado a todos los ciudadanos a mirar más allá de los estrechos intereses y a los medios de comunicación y a las ONG afiliadas al poder a encontrar su vocación de informar objetivamente a la sociedad, renunciando a la manipulación, la histeria y la división artificial de la sociedad”, declaró Stoianolgo.
Una amenaza de bomba forzó el cierre de un colegio electoral en la ciudad británica de Liverpool al no poderse garantizar la seguridad de los electores. También hubo alertas de explosivos en Fráncfort, Karlsruhe, Bucarest y Brasov. La ola de llamadas por supuestas bombas empujó a la jefa de Estado a pedir a la diáspora que no temiera ejercer su derecho a voto: “¡Sois una fuerza extraordinaria! Los ladrones os tienen miedo, por eso han activado alertas de bombas falsas en varios colegios electorales”.
El primer ministro, Dorin Recean, también apeló a los ciudadanos del exterior a votar: “El Gobierno está preparado para los intentos de desestabilización y trabaja estrechamente con las autoridades de cada país donde hay colegios electorales para la seguridad del voto y de los votantes; cada voto cuenta”.
Denuncias de injerencia rusa
Antes, las autoridades moldavas ya habían denunciado el domingo injerencias por parte de Rusia. “Estamos viendo una interferencia masiva de Rusia en nuestro proceso electoral, ya que los moldavos votan en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, un esfuerzo con un alto potencial de distorsionar el resultado. Las autoridades están en alerta máxima”, señaló Stanislav Secrieru, secretario del Consejo Supremo de Seguridad y consejero de la presidenta en materia de defensa, en un mensaje en la red social X.
Chisináu ya había puesto en alerta a los países occidentales en los que ha abierto colegios electorales ―Italia, Francia, Alemania, España, Canadá, Rumania, Estados Unidos y el Reino Unido― ante el miedo de que Rusia intentara perturbar la participación. En el referéndum sobre la integración del país en la Unión Europea, que tuvo lugar simultáneamente con la primera vuelta de las elecciones presidenciales el pasado 20 de octubre y que salió adelante por un estrecho margen de votos, la diáspora jugó un papel decisivo, cambiando los resultados de la votación.
El incremento del nivel de participación, hasta el 54,22%, habría estado impulsado por traslados masivos de votantes auspiciados desde Rusia. Varios medios han informado de que cientos de ciudadanos moldavos residentes en Rusia han sido transportados en autobuses y vuelos chárter hacia Turquía, Azerbaiyán y Bielorrusia. El objetivo es que los ciudadanos moldavos voten en esos países, ya que los colegios electorales en Rusia están colapsados.
Un medio publicó incluso en sus redes sociales un vídeo de un avión repleto de ciudadanos enseñando sus pasaportes moldavos. “El avión parece capaz de transportar entre 260 y 400 votantes, una clara evidencia de un transporte organizado y a gran escala de votantes”, indicó Secrieru. El secretario del Consejo Supremo de Seguridad informó además de que la agencia moldava de ciberseguridad ha sufrido el domingo ataques a su página web. “Una acción rápida restableció el acceso; la integridad de los datos está intacta; se han tomado medidas adicionales para garantizar el desarrollo sin problemas del proceso electoral”, ha notificado la entidad.
Por su parte, la agencia de noticias bielorrusa Belta publicó que cientos de moldavos han viajado desde Kaliningrado y Moscú a Minsk, Bakú y Chisináu para votar en los comicios, ya que los puntos electorales en Rusia ―dos en la capital― no pueden hacer frente al número de moldavos que querían ejercer su derecho a voto.
Los observadores electorales de Promo-LEX, una ONG que defiende los derechos humanos, han asegurado: “Se ha estado llevando a cabo un transporte organizado de votantes, ilegal según nuestro código electoral, en la región de Transnistria [enclave exsoviético que persiste gracias a la ayuda del Kremlin para mantener la influencia rusa sobre el país de la Europa del Este]”.
Los nervios estaban a flor de piel en esta república que se independizó de la Unión Soviética en 1991. Durante el día de reflexión, cientos de miles de moldavos recibieron amenazas de muerte en los últimos días por correo electrónico. “Conocemos tu dirección, tus datos personales, tus tarjetas bancarias” o “Te perseguiremos hasta que te suicides” son algunos de los mensajes emitidos por personas que se hacen pasar por miembros del equipo de Sandu. Incluso los periodistas fueron objeto de estos ataques que buscan manchar la imagen de la actual jefa del Estado: “Sabemos dónde vives, sabemos en qué redacción trabajas, podemos matarte. Elige a favor de Maia Sandu y salva tu vida”.
En Rumania se constató una considerable movilización. Los ciudadanos moldavos se volcaron para depositar su voto en los 16 colegios electorales, en especial en Bucarest, donde se apreciaron largas filas de ciudadanos. Entre ellos, el futbolista moldavo Igor Armas: “Será un récord en estas elecciones”, dijo. A pocos metros, Olga, una enfermera que trabaja en la capital rumana desde hace 10 años, afirmó: “No podemos dejar que los rusos vuelvan a ocuparnos; queremos deshacernos de su influencia, que solo trae pobreza y odio”.