Un venezolano en el Centro Cívico: partió de su país por la situación reinante y ofrece su disco en Bariloche

El venezolano Ibersonz se define como “músico profesional”, aunque ciertas cosas hicieron que se apartara, por el momento, de la idea de tocar en vivo…

Durante estos días es posible verlo durante gran parte de cada jornada en el Centro Cívico, apostado junto a “La guerrera”, una bicicleta que exhibe –además de sus pertenencias– banderas de diversos países, incluida una de mayor tamaño de Venezuela.

Allí, en ese espacio –la postal clásica de Bariloche–, Ibersonz ofrece su disco en versión digital, el cual transfiere por Bluetooth a cambio de diez mil pesos.

“Nada es eterno”.

Hace siete años tomó la decisión de ser uno de aquellos venezolanos que cruzaban la frontera hacia Colombia. “Salí por la situación de mi país, por todo lo que sucede, y continué pedaleando”, dice.

Al poco tiempo de llegar a la Argentina, tras atravesar Ecuador, Perú y Chile, se declaró la pandemia de covid, y con la cuarentena perdió la posibilidad de realizar una serie de conciertos que tenía pautados.

“Dejé de celebrar mi cumpleaños en 1998”.

Vivió aquello como un nuevo derrumbe. “Fue como una clase de choque”, metaforiza. Había partido de su país por el contexto económico, político y social, y al arribar al sitio en el que pensaba dar los pasos para reiniciar su carrera, con conciertos programados en Buenos Aires y Córdoba, estallaba un virus… “Con todo lo que me tocó vivir en Venezuela, cuando acá tenía una oportunidad, sucedía eso…”, apunta. Sintió que el mundo se ponía contra él, y decidió, por lo menos hasta el momento, no pensar en llevar a cabo shows.

“Salí por la situación de mi país”.

Eso no quita que la música sea su modo de subsistir, ya que vive de las ventas de su álbum, como así también de las ganancias que generan sus canciones a partir de un uso derivado de las redes sociales. “Estoy intentando realizar un nuevo emprendimiento, abrir un estudio de grabación, para patrocinar artistas de aquí, porque en el camino recorrido he conocido a muchos músicos. Sé hacerlo, pero me faltan las herramientas para producir. Tengo que preparar lo que acá llaman una pyme para comenzar”, expone. De tal manera, más allá de que aún sobrevuela la viabilidad de probar suerte en Brasil, prevalece la alternativa de quedarse en este país: “Estoy estudiando continuar en la Argentina; creo que se están dando las condiciones para una estabilidad económica”, aprecia.

“Estoy estudiando continuar en la Argentina”.

Cabe indicar que en suelo venezolano, Ibersonz llegó a contar con un estudio de grabación y a realizar producciones de artistas emergentes, pero la realidad le hizo tener que emigrar. “Yo no pensaba ser un cicloviajero”, señala, aludiendo a aquellas personas que toman a su bici casi como un hogar, pedaleando de lugar en lugar, sin despegarse de ella. “Me tocó salir de mi país con una bicicleta, y traje en ella todo lo que pude”, añade, remarcando que carga “ciento veinte kilos”.

“Yo no pensaba ser un cicloviajero”.

Igualmente, al ser alguien que disfruta de practicar deportes, con el tiempo le tomó cariño a eso de ir sobre dos ruedas. Así, lo que nació como una opción para llevar la mayor cantidad posible de cosas se transformó en un modo de vida. “Pedaleo sin una ruta fija”, explica, señalando que acampa en cada sitio al que llega. De esa forma, confiando en los dioses paganos que guían a los viajeros, arribó días atrás a Bariloche (“Por suerte”, sonríe, contento con el lugar). Más allá de Río Negro, ha pasado por Córdoba, San Juan, San Luis, La Pampa, Mendoza y Neuquén.

“Pedaleo sin una ruta fija”.

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Tras hablar de las rutas recorridas, sonríe al recordar que una de sus canciones más representativas se titula Comenzó el beisbol, y, al llegar a la Argentina, se percató de que ese deporte, en esta zona del mundo, no es popular, así que compuso el tema La fiesta del fútbol, el único que grabó fuera de Venezuela.

“Cuando partí me fui con la idea de no regresar hasta que cambiara la situación”.

Cuando se le consulta si quedaron familiares en su tierra, se pone serio y responde: “No hablo de la familia, es un tema que no trato”, y queda la sensación de que tal determinación se vincula a razones que tienen que ver con la política venezolana.

“No hablo de la familia, es un tema que no trato”.

“Cuando salí de mi país, había hiperinflación. Un venezolano ganaba entre medio y un dólar mensual”, cuenta, para luego añadir: “Hubo una oleada de gente que salió hacia Colombia, lo que se transformó en una noticia viral. Entre esas personas, estaba yo”.

“Un venezolano ganaba entre medio y un dólar mensual”.

En algún momento había soñado con salir de Venezuela pero en avión, para realizar una gira, conocer lugares, afianzar su carrera, y después, claro, retornar. Pero la realidad, más allá de aquel pensamiento idealizado, tuvo ribetes pesadillescos. “Cuando partí me fui con la idea de no regresar hasta que cambiara la situación”, afirma.

“Cuando salí de mi país, había hiperinflación”.

Al consultársele la edad, expresa: “Dejé de celebrar mi cumpleaños en 1998 (año en que el chavismo subió al poder). Hace tanto de eso que llegué a un punto en que olvidé mi edad, y no la quiero recordar. Cuando me dicen que figura en el documento, contesto que no deseo mirarlo. Yo no pienso estar de fiesta cuando hay balaceras en la calle, o una manifestación en la que matan estudiantes… ¿Cómo voy a estar en mi casa celebrando? La situación política cambió todo. Ojalá, y creo que es el deseo de todos los venezolanos, volvamos a ser la Venezuela de antes”.

“¿Cómo voy a estar en mi casa celebrando?”.

–¿Te gustaría volver a Venezuela?

–Me parece que todo venezolano al que le hagas esa pregunta va a contestar que sí. Venezuela es un paraíso. Pero tendría que haber un cambio.

–¿Pensás que ese cambio se va a producir?

–Espero que sí.

–¿Pronto o a largo plazo?

–No lo sé… Pero estoy seguro de que nada es eterno.

“Ojalá, y creo que es el deseo de todos los venezolanos, volvamos a ser la Venezuela de antes”.