Los alumnos se sexto año de la Escuela de Hotelería y Gastronomía de Bariloche, recientemente, sorprendieron con presentaciones de productos innovadores en el marco de emprendimientos propios.
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Uno de los cursos dio a conocer, bajo el nombre Flos, dos opciones de premezclas de harinas para una alimentación consciente.
Por un lado, la que contiene harina de avena, harina de zapallo, cacao amargo y semillas de girasol; la restante, harina de avena, harina de maíz y semillas de amapola.
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El otro curso, en tanto, sorprendió con Dulzur, bombones “patagónicos”, donde, más allá de la esencia chocolatosa, que en realidad es clásica de la ciudad, la sorpresa está dada por los rellenos, ya que, tras investigar con diversos frutos y flores de la región, se inclinaron por utilizar lavanda, rosa mosqueta y murra.
Los chocolates se presentan de un modo original, en una cajita alargada en la que, además de un bombón de cada uno de los sabores citados, se suman un bloque amargo (para ir cortando la sensación de uno y otro y disfrutar a pleno de todos) y una cápsula de café con un formato similar, pero pensada para ser utilizada a manera de un submarino encafeinado.
Bombones rellenos con productos de la zona, una de los emprendimientos que dieron a conocer los alumnos de la entidad educativa.
Ahora bien, aunque los productos fueron realizados en el marco de la institución educativa, tras ellos está el impulso de una fundación de origen internacional llamada Junior Achievement, es decir, “logro juvenil”.
“Es una organización con más de cien años”, señala Cecilia Murut, coordinadora del programa “Aprender a emprender”, uno de los varios desarrollados por la entidad, que fue la base de los productos realizados por los estudiantes de la Escuela de Hotelería y Gastronomía.
Murut detalla que, justamente, los inicios de la institución fueron “con este mismo programa, que en aquel momento de llamaba ‘La compañía’”.
La coordinadora indica que “la fundación es una organización sin fines de lucro, una ONG que tiene el objetivo de inspirar y preparar a los jóvenes, y llegó a la Argentina hace más de treinta años”.
“Se trabaja sobre tres ejes: uno es emprendimiento, donde está incluido ‘Aprender a emprender’; otro, preparación para el trabajo, buscando que los jóvenes maximicen las posibilidades de conseguir un empleo; el último, educación financiera, en el que se incluyen cuestiones relacionadas con presupuesto, ahorro, inversión, administración de dinero y toma de decisiones”, cuenta Murut.
“Buscamos un aprendizaje activo en esas tres cosas con el fin de que eso les permita a los jóvenes adueñarse de su futuro, inspirarlos y prepararlos para el éxito de una economía y un mundo cada vez más globalizado y competitivo”, detalla.
Si bien lo que se transmite tiene que ver con conocimientos y habilidades, igualmente la estructura de la fundación y todo lo que involucra conlleva gastos de importancia, entonces, ¿cómo es que se financia? Murut responde: “En cada país hay distintos sponsors y auspiciantes, quienes de alguna manera respaldan los distintos programas que se desarrollan en cada sitio. Existen patrocinadores generales y otros que son particulares de cada programa”.
Así, hay empresas que apoyan determinados programas debido al interés específico que tienen en que los jóvenes se desarrollen en ciertas áreas, en vista al futuro de las firmas, y otras que simplemente muestran un accionar puramente filantrópico.
Murut indica que la Escuela de Hotelería y Gastronomía está conectada con Junior Achievement “desde hace más de cuatro años”.
En cuanto a lo que los chicos barilochenses abordaron en 2024, considera que “están trabajando muy bien”.
“Buscamos que adquieran habilidades relacionadas con emprendimientos y también socioemocionales, que aprendan a tomar riesgos, innovar, actuar en equipo… Pretendemos que los chicos vivan la experiencia más allá del resultado económico, aunque, claro, si el emprendimiento resulta rentable, mejor”, aprecia, y justamente esas palabras se vinculan a que los jóvenes están en contacto con el dinero, porque “Aprender a emprender” consta de cuatro etapas, y la segunda de ellas tiene que ver con “capitalizarse”.
En primer término, está la organización. “Diseñan un producto, le dan un nombre, el logo y realizan un organigrama”, expresa Murut. Luego, entonces, llega el momento de la capitalización. “Hacen proyecciones financieras, calculan el capital inicial, y el valor en que deben vender acciones para conseguir el capital que necesitan”, sostiene. Después, en la tercera etapa, “desarrollan el servicio o producto y deben salir a venderlo”, narra la coordinadora, quien luego expone la cuarte parte: “Tienen que hacer un balance y devolver el dinero que los accionistas invirtieron, o explicar por qué no pueden hacerlo, e incluso, eventualmente, darles más plata si el emprendimiento fue rentable. Se trata del cierre financiero y contable del emprendimiento”.
Aunque relata que “el emprendimiento, dentro del programa educativo, arranca y termina con el año escolar”, manifiesta que “hay algunos que son muy exitosos y después los estudiantes deciden seguirlos por fuera del programa en sí.”
Así, especifica que ha observado que los dos proyectos que los estudiantes presentaron en la Escuela de Hotelería y Gastronomía este año “son muy exitosos, en el sentido de que los chicos fueron sorteando obstáculos con dos productos innovadores”.
¿Pero cómo es el funcionamiento de “Aprender a emprender”? La coordinadora del programa explica que, tras ver las instituciones de diversas partes del país que se inscriben a través de la página web (junior.org.ar), y realizar una selección de acuerdo a diversos factores, el programa se acopla al ciclo escolar de las entidades educativas becadas. “Se trata de acompañar a que los estudiantes creen, organicen y operen un emprendimiento real”, apunta, y sigue: “Los jóvenes están guiados por un docente, que es una especie de referente nuestro en la escuela, quien acompaña a los alumnos en la realización del programa”.
Luego, añade: “Además, cada una de las escuelas tiene un facilitador asignado, perteneciente a la ONG, que acompaña el devenir del programa. Por ejemplo, con las escuelas del interior del país, prestan un servicio virtual”.
La coordinadora informa que, asimismo, intervienen “mentores, profesionales voluntarios que donan su tiempo para, de alguna manera, couchear a los estudiantes a lo largo del programa. A veces, es gente relacionada con los sponsors, pero también hay personas que se anotan y colaboran para acompañar a los estudiantes y darles su mirada profesional, con el fin de que cuenten con un nexo con el mundo laboral real y no se queden sólo en el marco del aula”.
“La intención es prepararlos para lo que van a encontrar cuando terminen la escuela secundaria”, expone.
Murut opina que Junior Achievement “tiene un gran impacto en todo el país”. Al respecto, señala: “El año pasado, más de ochenta y un mil jóvenes pasaron por nuestros programas”.
En cuanto a lo que ella siente al participar de “Aprender a emprender”, reflexiona: “Es altamente gratificante, porque tiene que ver con trabajar en un propósito colectivo que se emparenta con mi propósito personal”.
“Para salir adelante como país necesitamos jóvenes más y mejor educados, que crean que Argentina es un sitio que les puede dar posibilidades si ellos cuenta con las habilidades, y lo que hacemos se relaciona con motivar, potenciar y empoderarlos para que se forjen un futuro; que comprendan que todos podemos tener posibilidades de construir un camino exitoso”, afirma, para concluir: “Se vincula al granito de arena que quiero dejar, y así poder decir que trabajo para que la generación de mi hija tenga mejores posibilidades”.