En un rincón icónico de Villa Pueyrredón, donde las memorias del barrio todavía se respiran con fuerza, La Casa Blanca de Habana resurge como un homenaje al sabor, los afectos y la historia. Tras décadas de ser un punto de encuentro para vecinos y familias, el local de Nazca y Habana fue recuperado por Walter García Díaz y Martín Coiro, amigos de toda la vida, que decidieron reabrir esta pizzería mítica bajo una premisa clara: honrar el pasado con una mirada actual y artesanal, sin perder la calidez de lo cotidiano.
Gourmet
Una pizzería con historia que celebra al barrio, la familia y la amistad en el corazón de Villa Pueyrredón
La Casa Blanca de Habana, la emblemática pizzería de Nazca y Habana, regresa con horno a leña, recetas artesanales y un menú que fusiona espíritu porteño y técnicas napoletanas.
Reinaugurado en septiembre de 2024, el proyecto combina estética nostálgica con espíritu renovador. El salón conserva íconos del antiguo local (como el cartel original y las viejas pizzeras que ahora cuelgan como lámparas), pero se aggiorna con un diseño que mezcla cerámicas ilustradas, materiales nobles y detalles modernos. El resultado es un ambiente acogedor y luminoso, con mesas tanto en el interior como en la vereda, donde la atención es cercana, relajada y atenta.
En el corazón de la cocina (visible desde el salón) se impone un horno de piedra 100% a leña, construido a medida y alimentado con quebracho blanco y rojo. Allí, el fuego marca el ritmo de una propuesta artesanal: las pizzas se cocinan en tiempo real sobre una masa de fermentación lenta (48 horas), con masa madre y harina tipo napoletana, logrando una base liviana, crocante y de borde desarrollado, coronada con un distintivo toque de alioli casero. Todo esto sucede frente a los ojos del comensal, de la mano de un equipo de trabajo comprometido con cada detalle, encabezado por el chef Alejo Medina, pieza clave en la interpretación fiel y cuidada de cada receta.
La carta abre con opciones para compartir, ideales para el tapeo informal: pan de pizza con alioli casero, porciones de fainá con toppings originales (como cebolla caramelizada o tomates confitados), y el inconfundible lehmeyún de la casa, una receta familiar con base de carne especiada, queso y vegetales, que rinde tributo a la cocina armenia. Todo es artesanal y se prepara en el momento. El corazón de la propuesta está en sus pizzas de 30 cm, que amalgaman técnicas napoletanas con sabores porteños y que se sirven en dos estilos (tradicionales y especiales), combinando aspectos clásicos con elementos creativos, sin perder el eje porteño.
Entre las primeras figuran la napolitana, la fugazzeta rellena, la cuatro quesos y la de mozzarella con aceitunas negras. Las especiales, en cambio, despliegan variantes audaces y mezclas gourmet: stracciatella con calabaza asada y hongos; mortadella con ricotta, maní tostado y pesto de albahaca; bresaola con crema de ajo y almíbar cítrico con picor, y la pizza azul con cebollas caramelizadas y de verdeo. Además hay versiones veganas y sin TACC, elaboradas en horno convector, siempre priorizando la frescura y la trazabilidad de cada producto.
El capítulo dulce también tiene su sello distintivo. La torta de ricota de la nona Elena, servida con mandarinas confitadas a la leña, es un emblema de la casa, así como el budín de pan con masa madre, dulce de leche y crema. Para acompañar, hay bebidas sin alcohol, cervezas, vinos por copa o botella, y una carta de cócteles clásicos. Pero el diferencial está en su propia etiqueta de moscato joven, Momenti, disponible solo y también en dos tragos frescos: el Moscatoni, con Sprite y limón, y el Momenti Spritz, con agua tónica.
La Casa Blanca de Habana no es sólo una pizzería: es un proyecto afectivo, cultural y gastronómico que recupera un ícono barrial para hacerlo brillar de nuevo. Con atención a los detalles, respeto por la tradición y una apuesta decidida por lo artesanal, este renacimiento demuestra que los clásicos, cuando se hacen con pasión y autenticidad, nunca pasan de moda.
Dirección: Nazca 4301, Villa Pueyrredón.