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Una UE debilitada e inquieta por Ucrania aborda los retos de la victoria de Trump | Internacional

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La Unión Europea afronta muy debilitada los retos que implica la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, en vilo por Ucrania y con su mayor socio, Alemania, en crisis tras romperse el Gobierno. Los líderes europeos han tratado este jueves de mostrar unidad en una cumbre europea celebrada en Budapest, organizada por el mandatario más cercano al Kremlin y aliado de Trump, el nacionalpopulista Viktor Orbán, y también de arropar al presidente ucranio, Volodímir Zelenski. El lema sigue siendo que la UE mantendrá el sostén a Kiev para enfrentar y resistir a la invasora Rusia. Pero con la vuelta a la Casa Blanca del populista republicano, nada afín a Ucrania, son cada vez más reales las dudas de cuánto y cómo podrá seguir fluyendo el apoyo militar y económico europeo si el respaldo de Washington se cae de la ecuación.

Kiev es consciente de que puede ser la piedra de toque. Y el temor a verse forzada a un acuerdo con Rusia para poner fin a la guerra no solamente malo sino además inestable y con fecha de caducidad sobrevuela desde hace semanas. “Se ha hablado mucho sobre la necesidad de ceder ante [Vladímir] Putin, de dar marcha atrás, de hacer algunas concesiones. Es inaceptable para Ucrania y suicida para Europa”, ha dicho Zelenski en Budapest, en el encuentro de la llamada Comunidad Política Europea, que reúne a los miembros de la UE con otros países del vecindario europeo. Entre ellos, Ucrania. “Mostrar debilidad o traicionar las posiciones de Europa no comprará una paz justa. La paz es la recompensa solo para los fuertes”, ha advertido el dirigente ucranio.

Europa vive un momento “decisivo” ha lanzado el presidente francés, Emmanuel Macron, en Budapest. En la reunión junto a los mandatarios de la Comunidad Política, un formato de alianza que incluye casi 50 países —desde Armenia a Moldavia, Georgia o Reino Unido— ha instado, de nuevo, a defender los intereses europeos, igual que Trump defenderá los estadounidenses. “Debemos decidir si queremos escribir nuestra propia historia o que la escriban otros, las guerras lanzadas por Vladímir Putin, las elecciones americanas, las elecciones hechas por los chinos”, ha remarcado, para añadir: “El mundo está formado por herbívoros y carnívoros. Si decidimos seguir siendo herbívoros, los carnívoros ganarán y nosotros seremos un mero mercado para ellos”.

Pérdida de competitividad

Es el espíritu mayoritario en un club diverso, sobre todo en el seno comunitario. Pero luego está la realidad. La UE pierde competitividad frente a Washington y Pekín. Y no está preparada para afrontar los retos que pueden surgir si los peores escenarios con Trump en la Casa Blanca se cumplen, como una dura guerra comercial entre los dos bloques o, sobre todo, la retirada del escudo de seguridad estadounidense a los aliados europeos. El cambio en la Casa Blanca ocurre, además, en una Europa donde crecen la ultraderecha y los populismos, con las ideas de Trump en auge. En nada se parece a la UE de 2016, cuando el republicano ganó por primera vez y dejó a la Unión —que aún se estaba recuperando del golpe del referéndum del Brexit— noqueada.

“Si América no forma parte de la financiación [de la ayuda a Ucrania], en el futuro Europa tendrá que hacerlo sola. ¿Quién va a pagar por ello y cómo?”, ha advertido Orbán al inicio de la cumbre. El líder nacionalpopulista prometió descorchar varias botellas de champán si su aliado Trump ganaba el martes. Solo ha podido cumplir su promesa en parte: estaba en Kirguistán cuando se conocieron los resultados y brindó con vodka.

El primer ministro húngaro, que quiere que la UE cese el apoyo a Kiev y argumenta que así se terminaría la guerra, ha recibido a los líderes en el estadio Ferenc Puskas. El líder húngaro, que en su juventud hizo sus pinitos como delantero y es un gran admirador del antiguo jugador del Real Madrid que da nombre al estadio, ha tratado de romper el hielo mostrando el campo entre sonrisas a algunos mandatarios con los que no tiene sintonía, como el polaco Donald Tusk. El fútbol une mucho.

Ahora, el frente común de la Unión para labrar una estrategia sobre las acciones de Trump está en juego. “Hemos demostrado que Europa puede mantenerse unida”, ha remarcado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que ha hablado por teléfono este jueves con el republicano, como ha hecho un buen número de líderes europeos casi coincidiendo con la cumbre. “El futuro de Europa está en nuestras manos, tenemos que actuar ahora”.

“Confío en la sociedad estadounidense”, ha dicho el jefe del Consejo Europeo, Charles Michel, en la que será su última cumbre. “Saben que les conviene mostrar firmeza cuando nos relacionamos con regímenes autoritarios. Si Estados Unidos fuera débil con Rusia, ¿qué significaría eso para China?”, ha añadido. “Los autócratas del mundo deben recibir claro el mensaje de que no se trata del derecho de ser los más fuertes sino del imperio de la ley”.

En busca de “nuevos instrumentos financieros”

La UE ha tenido hasta ocho años, desde la primera victoria de Trump, para prepararse, tomar las riendas de su seguridad y pasar a la acción, pero no ha hecho los deberes. La vuelta del republicano puede ser un catalizador, por ejemplo, para concretar qué modelo de defensa quiere y cómo pagarlo. Pero también puede seguir arrastrando los pies. El viernes, los líderes de la UE acordarán explorar “nuevos instrumentos” para impulsar la competitividad europea, según el borrador al que ha tenido acceso EL PAÍS. Pero de momento todo es poco concreto. Y los plazos demasiado amplios.

La victoria de Trump y la situación en Ucrania han centrado gran parte de la cumbre este jueves. Pero también la crisis en Alemania, la primera economía de Europa. El canciller alemán, Olaf Scholz, con enormes problemas en casa, no ha acudido. Se prevé que llegue a la cena o a la reunión de este viernes, ya solo de los 27 Estados miembros, a la que está invitado el expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi para hablar de su histórico informe sobre competitividad europea en el que apunta que hacen falta unos 800.000 millones al año para hacer inversiones adicionales e impulsar la productividad europea. “Una cosa es segura, Europa no es fuerte sin una Alemania fuerte”, ha dicho la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola.

En los últimos tiempos, los problemas alemanes y también la debilidad de Emmanuel Macron —al frente de la segunda economía europea—, fragilizado por el avance de la ultraderecha, han afectado a la UE. Alemania, con serios cortocircuitos en la coalición de la socialdemocracia con verdes y liberales, había dado además muestras de que perdía fiabilidad tras echarse atrás por los problemas internos en varios acuerdos pactados. Ahora, algunos, sobre todo los conservadores, que esperan atraerse a la primera potencia europea, ven en las elecciones anticipadas una oportunidad para ganar estabilidad en el club comunitario. “Es importante que Alemania tenga elecciones pronto porque necesitamos una Alemania fuerte”, ha dicho el primer ministro finlandés, Petteri Orpo.