Boca descansa en él. No por comodidad ni por descarte. Tal vez por necesidad, aunque no siempre. Es que Edinson Cavani es el ancho de espadas, la carta fuerte de esta versión batalladora del Xeneize que intenta enderezar el 2024 a su favor. Y en esa confianza que le tienen, el Matador devuelve con goles. En cantidad y en relevancia.

Como en la noche copera de octavos ante Cruzeiro, en la que al equipo de Diego Martínez se le presentó un partido peleado en el que -una vez más- no encontraba los caminos para ponerse en ventaja. Tuvo que llegar él, en combinación perfecta con su socio Kevin Zenón (el mismo con el que comparte una dupla que está invicta en cancha desde que se juntaron por primera vez), para definir cruzado al segundo palo, lejos del alcance del arquero-cuco Cassio.

Fue sobre los 20 minutos del complemento y fue de las pocas que se le presentaron con claridad en otro partido que lo vio sacrificarse para buscar espacios y no dejar a pie al equipo cuando hubo que meter pierna fuerte o desdoblarse en esfuerzo. Sin embargo, lo que Boca necesita de Edi son goles. Y en eso, viene cumpliendo con creces.

Porque son ya 17 los gritos en los últimos 21 encuentros, con un detalle extra: en la Bombonera lleva 12 en 12 y de los últimos siete partidos que jugó en el Templo, anotó en seis y en el restante (ante Talleres por la Liga Profesional), le anularon mal lo que hubiera significado el triunfo de Boca.

Siempre goles clave, siempre aportando puntos y haciendo sacar provecho al Xeneize de su productividad. Sí, es cierto que -como el equipo entero- hay una materia pendiente y está lejos del Alberto J. Armando